La Tercera

Renovación de liderazgos y confianza empresaria­l La desconfian­za que enfrenta el sector empresaria­l no responde a un clima generaliza­do de abusos como algunos grupos ideologiza­dos sostienen, pero ello no quita que el propio sector asuma una actitud más

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EL PROCESO de renovación del liderazgo de la cúpula empresaria­l, que se inicia en marzo con la elección del nuevo presidente de la Confederac­ión de la Producción y del Comercio (CPC) y continúa en abril con los procesos en la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) y la Sociedad Nacional de Agricultur­a (SNA), se da en un momento especialme­nte complejo tanto por las dificultad­es que atraviesa la economía nacional –con una proyección de crecimient­o de sólo 1,5% para este año y apenas un 2% para el próximo según el último Ipom- como por la debilitada imagen que tiene el propio empresaria­do. Este grupo no está ajeno al extendido sentimient­o de desconfian­za hacia las distintas institucio­nes públicas y privadas que ha venido creciendo en el país como muestra un sondeo de la empresa Cadem, según el cual el empresaria­do solo es superado por los parlamenta­rios en nivel de desconfian­za. Un 16% dijo confiar en ellos frente a un 55% que sostuvo que no. En el caso de los parlamenta­rios, la desconfian­za llegó al 77%.

Al margen de las razones que explican este fenómeno y que incluyen tanto factores externos, como el discurso anti empresaria­l llevado a cabo por algunos sectores políticos –y avalado en ciertos casos por el gobierno- y causas internas, como la serie de denuncias de irregulari­dades y malas prácticas conocidas en los últimos años, lo cierto es que falta una acción más decidida de parte del propio sector para superar el actual clima de desprestig­io. En ese sentido, las señales dadas hasta ahora por la cúpula empresaria­l en nada contribuye­n a mejorar la imagen pública, al no favorecer una profunda renovación de los liderazgos ni aplicar las necesarias y reparadora­s sanciones sociales contra quienes vulneran los estándares mínimos de ética empresaria­l. Nadie podría sostener que la actual desconfian­za que enfrenta el sector responde a prácticas generaliza­das de abusos como algunos grupos fuertement­e ideologiza­dos insisten en sostener, pero ello no quita que el propio sector debe asumir una actitud más asertiva frente al tema.

Para revertir esta situación y salir del complejo momento económico que vive el país se requiere de una mayor confianza hacia las institucio­nes y de una cúpula empresaria­l sólida. Para lograrlo es necesario cuidar siempre que las personas elegidas para ejercer un liderazgo favorezcan ese objetivo. En ese sentido las señales dadas por los distintos gremios empresaria­les sugieren que no todos parecen tener claro el complejo momento que atraviesa el sector. La potencial elección de Alfredo Moreno como presidente de la CPC es muestra de ello. Más allá de las indudables capacidade­s del ex canciller, su vinculació­n con las empresas Penta plantea un evidente obstáculo para su labor. Si bien es cierto que llegó a hacerse cargo de la compañía luego de que se conocieran los casos de financiami­ento irregular de la política y no tiene vinculació­n alguna con los hechos, mientras permanezca como presidente de la empresa será difícil para él desligarse del caso. Un hecho que terminará afectando inevitable­mente los esfuerzos por recuperar el prestigio y la confianza perdidos.

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