Crucigrama presidencial
Se acabaron los tiempos de la especulación y llegó la hora de las decisiones, en un proceso donde se pondrán en juego la proyección y la identidad de la Nueva Mayoría.
las bases del partido, las probabilidades de converger con el PPD en la ratificación de Ricardo Lagos aumentan. Si, por el contrario, se insiste en una primaria o consulta interna, la posibilidad de que ambas colectividades se encuentren con dos candidatos distintos en la contienda de julio se fortalece. Si bien ahora el camino de una candidatura unitaria parece estar reviviendo desde las cenizas, la verdad no dejaría de ser tragicómico que los socialistas terminaran al final inclinándose por el ex Presidente Lagos, cuando son la colectividad que desde el anuncio de su disposición a competir ha hecho los principales esfuerzos por debilitar sus posibilidades.
Por último, está la situación más compleja y difícil de proyectar: la que deberá afrontar la DC en su junta nacional del 28 de enero. La falange tiene en los hechos tres alternativas: ir a la primera vuelta con un candidato propio, corriendo el riesgo de quedar marginada del pacto parlamentario de la Nueva Mayoría; competir en la primaria y salir aún más debilitada que cuando concurrió con Claudio Orrego en 2013, o escoger a uno de los candidatos presentado por otra fuerza política. Si el PPD y el PS finalmente logran designar un nombre común, esta última opción puede hacerse más factible, pero si llevan dos distintos, esa posibilidad se vuelve mucho más difícil. En los hechos, la DC no tiene en la actualidad una figura con un mínimo de respaldo para sustentar una candidatura viable; tiene, en cambio, tres caminos posibles, pero todos ellos suponen más riesgos que beneficios. Al final, la falange solo podrá aspirar a escoger la menos gravosa de sus menguadas opciones.
En síntesis, el crucigrama electoral del oficialismo tiene por delante un mes de alta tensión. Se acabaron los tiempos de la especulación y llegó la hora de las decisiones, en un proceso donde se pondrán en juego la proyección y la identidad de la Nueva Mayoría. La magnitud de las lógicas e intereses contrapuestos sobre la mesa es tal, que la opción hoy más competitiva según todas las encuestas no parece ser la más simple, sino, paradójicamente, la más controversial.