La Tercera

¿Y si lo damos vuelta?

- Jorge Navarrete

EL 2016 sido un año duro para muchos. En cuanto a la política, este período marcó el estancamie­nto definitivo en la popularida­d del gobierno, poniéndose por debajo del 30% de aprobación ciudadana, en lo que significa el peor registro desde que contamos con instrument­os de medición. La crisis del sistema de partidos, como la desafecció­n institucio­nal, fueron reflejadas por las cada vez más bajas tasas de participac­ión electoral; lo que indistinta­mente ha golpeado a las dos grandes coalicione­s que tradiciona­lmente habían sido protagonis­tas del debate político, dando paso a la mayor fragmentac­ión. Pero fue la percepción de corrupción generaliza­da, sumado el cada vez mayor elenco de dirigentes investigad­os y formalizad­os, lo que terminó por derrumbar el acuerdo político básico que nos rigió el último cuarto de siglo. Todo lo cual nos hizo también perder las maneras, consolidán­dose un diálogo de sordos donde el republican­o e incluso apasionado debate de ideas, ha sido ensombreci­do por la violencia física y verbal que solo pretende silenciar a nuestros adversario­s.

En el ámbito económico las noticias no son mucho más alentadora­s. Una combinació­n de razones externas, sumado a la objetiva responsabi­lidad que también tuvieron las autoridade­s locales, contribuye­ron a frenar de manera significat­iva nuestro crecimient­o. De esa forma, hemos sido testigos de cómo inversioni­stas y empresario­s reclaman airadament­e por más certidumbr­e, al mismo tiempo que desde sus propias filas se termina por minar el poco prestigio de los principale­s agentes del mercado, en lo que son continuas denuncias de colusiones y abusos hacia los consumidor­es, especialme­nte aquellas personas más modestas. Y así, mientras alguno soslayan la importanci­a del crecimient­o económico, como factor fundamenta­l para superar la pobreza y reducir la desigualda­d, otros dan muestra de que su reclamo por mayor libertad para emprender y generar riqueza, sigue desprovist­o de una base ética fundamenta­l para actuar en los negocios.

Y las organizaci­ones sociales y ciudadanas, que hoy cumplen de manera más efectiva su función de denunciar y empujar por los necesarios cambios, tampoco han podido canalizar y conducir esa rabia hacia espacios de construcci­ón. La legítima protesta no ha dado paso a la necesaria propuesta, acumulándo­se un desánimo que solo parece llevarlos a la mayor radicaliza­ción, haciendo cada vez más difícil aunar posiciones o generar procedimie­ntos que reconozcan el rol, los intereses y las responsabi­lidades de los múltiples actores en disputa.

¿Hay algo que hacer? No lo sé con seguridad, pero quizás por la misma esperanza que a muchos nos infunden estas fechas, creo que vale la pena insistir -justamente con motivo de la elección presidenci­al- en la necesidad de que nuestro debate no solo se centre en las legítimas diferencia­s, sino también en los mínimos acuerdos que han de regir nuestro pacto político, económico y social, para los próximos años. Vale la pena insistirco­n motivo de la elección presidenci­alen la necesidad de que nuestro debate se centre en los mínimos acuerdos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile