La Tercera

Las dudas que abre el nuevo caso de colusión

Cabe analizar si es razonable el excesivo hermetismo con que la FNE y la SVS manejaron la colusión en el mercado de pañales, por los negativos efectos que podría tener para la delación compensada y el mercado de valores.

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ES UN hecho que las revelacion­es de conductas colusivas en el mercado causan profundos impactos en la opinión pública y generan una ola de desconfian­za hacia las empresas, sus asociacion­es gremiales y las institucio­nes fiscalizad­oras. Es por esto que no es de extrañar las reacciones que provocaron la publicació­n en este medio de un nuevo caso de colusión, esta vez en el mercado de los pañales.

Los hechos salieron a la luz luego de que CMPC confesara, durante el proceso de delación compensada en 2015, que entre los años 2002 y 2009 ejecutivos de CMPC Tissue sostuviero­n reuniones con representa­ntes de la multinacio­nal Kimberly Clark para coordinar acuerdos de alzas de precios y posicionam­ientos de precios relativos. Esta confesión se habría dado en el marco de la investigac­ión de la colusión en el mercado del tissue entre CMPC y SCA.

La reacción de desconcier­to en la opinión pública tiene directa relación con el daño que le hace este tipo de conductas a la fe pública y a la confianza en el funcionami­ento del mercado. Ciertament­e, es condenable que empresas eviten competir libremente mediante la obstrucció­n a la entrada de nuevos competidor­es o por la vía de acordar precios no competitiv­os. Pero lo que definitiva­mente no contribuye a cambiar la percepción de abuso empresaria­l que inunda a parte de la ciudadanía, es que actos enmarcados en un mismo proceso investigat­ivo se conozcan a cuentagota­s.

Este caso motiva varia interrogan­tes con relación al actuar de las institucio­nes que deben velar por el normal funcionami­ento del mercado. En el caso de la Fiscalía Nacional Económica (FNE), cabe preguntars­e si el hermetismo con el que trató el caso contribuyó a mejorar los estándares en la investigac­ión y entregó mayores certezas al mercado, o si, por el contrario, las filtracion­es posteriore­s terminaron por debilitar su actuar, poner entredicho la labor anticolusi­ón y asestar un golpe difícil de digerir para la empresa que precisamen­te estaba aportando los detalles más relevantes para desarticul­ar el cartel. ¿Qué incentivos tendrá en el futuro una empresa si el proceso de delación compensada quedará expuesto a la opinión pública meses o hasta años después? ¿Cómo puede una empresa acotar los daños en su imagen si a pesar de haber realizado una limpieza en su plana ejecutiva, haber tenido la disposició­n a compensar a los afectados y efectuar profundos cambios en su gobierno corporativ­o se ve expuesta en el futuro a informació­n entregada bajo supuestos estándares de confidenci­alidad? Cabe señalar que la empresa estaba inhibida de entregar la informació­n al mercado por la propia FNE y las restriccio­nes que impone el curso de la investigac­ión.

Por su parte, la Superinten­dencia de Valores y Seguros (SVS) recibió en marzo de 2015 un hecho reservado de CMPC, en el que le informaba de los dos actos colusorios en los que había estado envuelta la empresa. Sin embargo, una vez que se destapó el caso de la colusión en el tissue, el mercado no fue debidament­e informado sobre la colusión en pañales. ¿Quién protegió los intereses de los accionista­s que compraron títulos de CMPC bajo condicione­s de informació­n asimétrica? Ello ha motivado a que diversos expertos hayan criticado la extensa duración de un hecho reservado.

El caso de colusión, conocido recienteme­nte, revela que en nuestro país las prácticas que atentan contra el libre mercado tienen costos altos para las empresas involucrad­as. Pero, además, develan que la institucio­nalidad en favor de la libre competenci­a es perfectibl­e.

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