Ranking de colegios
Señor director:
La Agencia de Calidad de la Educación decidió reorganizar el sistema y clasificar a los colegios en cuatro niveles de desempeño. He paseado por múltiples colegios; unos con piso de tierra y otros con piso flotante, unos donde espero en un sillón confortable y otros donde espero de pie porque la silla está rota.
Hace muchos años, cuando comencé mi enseñanza básica en un colegio público y vulnerable, las calificaciones eran MB (muy bueno), B (bueno), S (suficiente) e I (insuficiente), y desde ese minuto me esforcé por tener siempre MB en un curso donde éramos 45 niños. Mi compañero de banco tenía constantes “suficientes” e “insuficientes”. Todos le conocían como el porro, el rarito. Eso no fue obstáculo para que terminara siendo muy amiga de ese compañero, gracias al espíritu solidario con que me formaron.
Él era pobre. Sus padres no estaban en casa, no tenía almuerzo, atención, contención ni cariño. Tampoco amigos. Nos íbamos desde el colegio a mi casa juntos, donde almorzábamos y estudiábamos. Así, su vida poco a poco comenzó a cambiar.
Cuando leo que probablemente 600 colegios cerrarán por ser “insuficientes” me pregunto qué pasaría si recibieran la infraestructura, la preocupación, la calidad de los docentes de esos colegios que obtienen “muy bueno”. ¿Cómo serían las cosas si esos alumnos que han llegado a colegios vulnerables en esas condiciones fuesen “adoptados” por alumnos solidarios en el amplio sentido de la palabra?
Cuando se toman decisiones tan radicales de sectorizar y clasificar a los colegios, olvidando a todos los que están en su interior -sobre todo en el caso de los niveles más bajos- y a los estudiantes más vulnerables que llegan a ellos, me pregunto dónde queda la esperanza de una educación mejor y de calidad.