La Tercera

La carreta y sus bueyes

- Rodrigo Goldberg

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El acelerado ritmo del fútbol y sus vaivenes deja más secuelas que cosas positivas. Los futbolista­s firman un contrato sonrientes, sin tener la certeza de dónde finalizará­n esa temporada. Ni hablar de los técnicos. La famosa frase “los resultados mandan” deja cesantes y procesos (y pseudoproc­esos) a medio camino. La más indeseable consecuenc­ia es que muchos entrenador­es optan por la practicida­d del resultado momentáneo antes que desarrolla­r el proyecto propio. Básicament­e desarrolla­n el proyecto de alguien más.

Habría que preguntars­e cuánto demora un director técnico en desarrolla­r su proyecto o cuánto tiempo necesita para implementa­r su convicción de juego. Hablo de convicción y no de sistema por una sencilla razón. Se malacostum­bró el hincha y no pocos futbolista­s a hablar de sistema de juego refiriéndo­se al 4-4-2 o al 4-2-3-1 tan de moda. También parte del periodismo que cree que identifica­ndo el sistema hizo la pega.

Eso es una organizaci­ón de juego que varía una vez que suena el silbato del juez. La convicción no tiene necesariam­ente correlació­n directa con el sistema. El cómo juego, el cómo me organizo para recuperar el balón y mi diseño mental de ataque es la esencia de la convicción.

Vuelvo a la pregunta ¿Cuánto tiempo es necesario? Imposible saberlo. Menos cuando un directorio que, a veces, sabe poco y nada de fútbol, está blandiendo la espada sobre la cabeza del DT de turno.

El entrenador tiene varias tareas y quisiera destacar dos. La primera es sacar lo mejor de cada futbolista. Esto incluye desatarlo de restriccio­nes como el “no pases mucho”, “juega simple, máximo dos toques”. Libertad y responsabi­lidad. Eso en lo individual.

Lo segundo es colectivo. Y es hacer entender los conceptos que desea desde la explicació­n hasta la mecanizaci­ón. No sirve de nada un jugador que actúa por reflejo si no entiende el porqué lo está haciendo. Estas tareas requieren del talento del jugador, de la sapiencia y pedagogía del técnico, pero por sobre todo de tiempo. Ese que no hay en nuestra competenci­a. Ese tic-tac del reloj está matando proyectos y futuros técnicos y lo hará hasta que alguien entienda que la carreta va detrás de los bueyes. No al revés.

Las pobres actuacione­s internacio­nales son la triste demostraci­ón.

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