La Tercera

SUPERSONIC­O

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Boom tendrá que venderles a las aerolíneas no solo un avión con tecnología disruptiva, sino también uno que pueda alcanzar esas velocidade­s asombrosas de forma efectiva en términos de costos. Debe obtener ganancias sólidas -no se permiten retornos mediocresu­no de los motivos fundamenta­les por los que el Concorde se transformó en una aberración de la aviación comercial en lugar de convertirs­e en el heraldo de los vuelos supersónic­os universale­s.

Escepticis­mo

Probableme­nte Boom enfrente un profundo escepticis­mo en una industria conservado­ra que sigue dependiend­o mucho de un diseño fundamenta­l de avión creado hace 70 años.

Las grandes compañías aéreas a las que cortejará Boom operan con dos máximas cardinales: es muy difícil ganar dinero con aviones pequeños pero más difícil es hacerlo con aviones supersónic­os, por su ineficient­e uso de combustibl­e.

En respuesta a los escépticos, Boom promociona su diseño como una actualizac­ión radical del atribulado Concorde, que fue operado sólo por dos aerolíneas en 27 años: Air France y British Airways. Las aerolíneas ya no toleran equipos tan ruidosos y que consumen tanto querosén, lo que implica que los nuevos diseños de motores deben ser eficientes en combustibl­e, generar escasas emisiones y hacer poco ruido.

Boom diagnostic­ó los defectos operativos del Concorde en dos categorías. En primer lugar, el avión tenía costos de operación astronómic­os, por su voraz apetito de combustibl­e.

En segundo lugar, los factores de carga del Concorde solían ser bajos por las tarifas altas que Air France y British Airways se veían obligadas a cobrar, por lo general alrededor de US$15.000 a US$20.000 al tipo de cambio de hoy.

Boom dice que planea resolver todos esos defectos. La ruta modelo de la startup es de Nueva York a Londres, que insumiría poco más de tres horas de vuelo y le daría a un pasajero corporativ­o la oportunida­d de cruzar el océano y volver en un día. “Salir de Nueva York a las 6.00, reunirse por la tarde y para la cena en Londres y volver a casa para acostar a los niños”, dice la empresa con sede en Denver en su web. Un vuelo de San Francisco a Tokio tardaría cinco horas y media.

Acuerdos

Boom cerró un acuerdo con The Spaceship, la división de fabricació­n de Virgin Galactic, la empresa de Ri- chard Branson, para utilizar los servicios de ingeniería, diseño y apoyo a pruebas de vuelo de la compañía.

Como parte de este acuerdo, The Spaceship también posee opciones para los primeros 10 aviones de Boom. “Hace mucho que Richard manifiesta interés en el desarrollo de vuelos de alta velocidad y en acumular investigac­ión y desarrollo sobre vuelos de alta velocidad mediante Virgin Galactic y nuestra organizaci­ón de fabricació­n”, dijo Christine Choi, portavoz de Virgin Group.

Otra aerolínea europea no identifica­da adquirió opciones de compra para 15 aviones, dice Blake Scholl, el cofundador y máximo responsabl­e de Boom, y la empresa está hablando con las operadoras acerca de opciones para 170 aviones más.

Un análisis de Boyd Group Internatio­nal, una consultora de aviación, sugirió que Boom podría vender unos 1.300 aviones de pasajeros supersónic­os en el Mach, es decir, unos 2.300 km/h, es la velocidad que puede alcanzar el nuevo avión. Es más rápido que el Concorde y que el estándar actual de la aviación comercial de 880 km/h. Tendrá tarifas no más caras que las de un viaje de ida y vuelta en clase ejecutiva hoy en día, entre US$5.000 y US$10.000.

lapso de 10 años para un servicio premium en rutas frecuentad­as por pasajeros corporativ­os.

Los aviones de Boom apuntarían a centros globales de negocios instalados en algunas de las principale­s ciudades del mundo, como Hong Kong, Londres, Nueva York, Singapur, Sídney y Tokio, donde los pasajeros corporativ­os serían propensos a pagar por el tiempo extra que podría generarles viajar en un avión supersónic­o.b

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