¿Trump en Chile?
EL FENÓMENO Trump está presente no solo en Estados Unidos sino en muchas partes del mundo, en versiones de derecha y de izquierda. Consiste en ofrecer soluciones simplistas y falaces a los problemas reales de mucha gente, apelando a la identificación de “culpables”: en Estados Unidos, los inmigrantes latinos, las grandes corporaciones malvadas que se llevaron los puestos de trabajo a México o China, la competencia desleal de China. En Europa, también han proliferado los populismos, tanto de derecha como de izquierda. La culpa la tienen los inmigrantes, los burócratas de Bruselas o un neoliberalismo descontrolado.
¿Y en Chile? También estamos expuestos a pensamientos estilo Trump. Los culpables: el “lucro” (forma algo medieval para referirse a las utilidades), el “modelo neoliberal” (que alguien me explique qué es), las AFP, los empresarios corruptos y mezquinos (desafortunadamente, los casos de colusión oscurecen el hecho que son excepciones, no la regla). La bala de plata: eliminar el lucro, reemplazándolo por la acción del Estado, ese deus ex machina que vendrá a crear, en algún momento, la sociedad ideal donde prime el amor por el prójimo en lugar de la ley de la selva. La historia nos muestra que las soluciones refundacionales, dirigidas por un estado sabio y todopoderoso, que resulta no ser ni lo uno ni lo otro, tienden a provocar graves retrocesos de los cuales cuesta mucho recuperarse.
Mi explicación de la atracción del populismo en ciertos momentos de la historia son las crisis económicas prolongadas (recordemos la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión) que inducen a los votantes a prestar oídos a aquellos que dicen saber identificar la causa de sus males y tener una especial idoneidad para superarlos.
En las condiciones actuales, la mayoría de los países del mundo no se ha recuperado plenamente de los efectos de la Gran Recesión de 2007-2009. En Estados Unidos, las remuneraciones reales del trabajo no calificado apenas exceden los niveles de los años setenta. Europa ha experimentado retrocesos económicos desde 2007 y está enfrentando un serio problema para acomodar grandes flujos de inmigrantes. La economía mundial viene creciendo a tasas decrecientes desde los años setenta y la desigualdad ha ido en aumento.
Chile ha tenido su propio deterioro del crecimiento. Durante 1985-97, la economía creció a la tasa anual más elevada de su historia (7%, o 5,5% per capita). Desde entonces, el crecimiento ha perdido dinamismo progresivamente, llegando a tasas de expansión de más o menos 2% anual (o menos del 1% per cápita) desde 2013. Mientras en los noventa la mayoría de las personas creían que sus hijos tendrían mejores niveles de vida que ellos mismos, ese optimismo se ha perdido. Así como en otras latitudes, muchos buscan culpables y soluciones simples. Más productivo sería reconocer que el problema del crecimiento con equidad es complejo y requiere del trabajo mancomunado, serio, reflexivo, consensuado y paulatino y no de programas refundacionales, de los cuales ya hemos tenido dos experiencias entre 1970 y 1990, ambas desafortunadas. La historia nos muestra que las soluciones refundacionales, dirigidas por un estado todopoderoso, provocan graves retrocesos.