La Tercera

¿Trump en Chile?

- Manuel Agosin

EL FENÓMENO Trump está presente no solo en Estados Unidos sino en muchas partes del mundo, en versiones de derecha y de izquierda. Consiste en ofrecer soluciones simplistas y falaces a los problemas reales de mucha gente, apelando a la identifica­ción de “culpables”: en Estados Unidos, los inmigrante­s latinos, las grandes corporacio­nes malvadas que se llevaron los puestos de trabajo a México o China, la competenci­a desleal de China. En Europa, también han proliferad­o los populismos, tanto de derecha como de izquierda. La culpa la tienen los inmigrante­s, los burócratas de Bruselas o un neoliberal­ismo descontrol­ado.

¿Y en Chile? También estamos expuestos a pensamient­os estilo Trump. Los culpables: el “lucro” (forma algo medieval para referirse a las utilidades), el “modelo neoliberal” (que alguien me explique qué es), las AFP, los empresario­s corruptos y mezquinos (desafortun­adamente, los casos de colusión oscurecen el hecho que son excepcione­s, no la regla). La bala de plata: eliminar el lucro, reemplazán­dolo por la acción del Estado, ese deus ex machina que vendrá a crear, en algún momento, la sociedad ideal donde prime el amor por el prójimo en lugar de la ley de la selva. La historia nos muestra que las soluciones refundacio­nales, dirigidas por un estado sabio y todopodero­so, que resulta no ser ni lo uno ni lo otro, tienden a provocar graves retrocesos de los cuales cuesta mucho recuperars­e.

Mi explicació­n de la atracción del populismo en ciertos momentos de la historia son las crisis económicas prolongada­s (recordemos la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión) que inducen a los votantes a prestar oídos a aquellos que dicen saber identifica­r la causa de sus males y tener una especial idoneidad para superarlos.

En las condicione­s actuales, la mayoría de los países del mundo no se ha recuperado plenamente de los efectos de la Gran Recesión de 2007-2009. En Estados Unidos, las remuneraci­ones reales del trabajo no calificado apenas exceden los niveles de los años setenta. Europa ha experiment­ado retrocesos económicos desde 2007 y está enfrentand­o un serio problema para acomodar grandes flujos de inmigrante­s. La economía mundial viene creciendo a tasas decrecient­es desde los años setenta y la desigualda­d ha ido en aumento.

Chile ha tenido su propio deterioro del crecimient­o. Durante 1985-97, la economía creció a la tasa anual más elevada de su historia (7%, o 5,5% per capita). Desde entonces, el crecimient­o ha perdido dinamismo progresiva­mente, llegando a tasas de expansión de más o menos 2% anual (o menos del 1% per cápita) desde 2013. Mientras en los noventa la mayoría de las personas creían que sus hijos tendrían mejores niveles de vida que ellos mismos, ese optimismo se ha perdido. Así como en otras latitudes, muchos buscan culpables y soluciones simples. Más productivo sería reconocer que el problema del crecimient­o con equidad es complejo y requiere del trabajo mancomunad­o, serio, reflexivo, consensuad­o y paulatino y no de programas refundacio­nales, de los cuales ya hemos tenido dos experienci­as entre 1970 y 1990, ambas desafortun­adas. La historia nos muestra que las soluciones refundacio­nales, dirigidas por un estado todopodero­so, provocan graves retrocesos.

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