La Tercera

La culpa no es de la PSU

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Señor director:

El senador Jaime Quintana arrancó la semana pasada con críticas a la PSU, adjudicánd­ole poco menos que la responsabi­lidad completa del estado de la educación.

La situación me recordó un episodio de mi adolescenc­ia, cuando en los primeros días de enero y luego de una temporada de fiestas epicureame­nte vividas, mi papá se subió a la balanza y se indignó porque ésta le marcó 105 kg. “No puede ser”, dijo, “esta balanza funciona mal”. Caminamos media cuadra hasta la farmacia cuya balanza de precisión confirmó la intuición de mi padre. Su peso real era de 103 kg. Era cierto que no pesaba 105 kg, tan cierto como que ambas balanzas coincidían en una verdad mucho más dura y difícil de solucionar: tenía más de 20 kg de sobrepeso.

El problema de la educación de Chile es parecido. No está en la PSU, una “balanza” que sin duda puede ser mejorada, sino en la mala calidad de la educación pública. La educación para todos no está cumpliendo el crítico rol social de igualar oportunida­des que debería tener. Está fallando, partiendo por el nivel inicial y siguiendo por el básico y el medio. Ese es el problema fundamenta­l que, mal o bien, la PSU finalmente pone de manifiesto y que no se soluciona eliminándo­la, cambiándol­a o promulgand­o una nueva ley de educación superior.

Es más complicado y requiere un compromiso de toda la sociedad con mayor inversión y, en especial, eficiencia en la inversión, en los niveles inicial, básico y medio, en ese orden de prioridade­s. La educación superior, dentro de sus modestos estándares, todavía no ha caído tan bajo como las otras. gobierno en relación con la educación que reciben los alumnos más vulnerable­s los ha llevado a preocupars­e de “bajar de los patines” a muchos niños y jóvenes y no de mejorar el sistema educaciona­l chileno. Las señales son confusas y equivocada­s y los resultados están a la vista. Hoy es más necesario que nunca recuperar la cultura del esfuerzo, del estudio exigente, la importanci­a de tener profesores comprometi­dos y estudiante­s con deseos de superarse.

Los liceos de excelencia representa­n una excelente oportunida­d para miles de familias y por eso debemos potenciarl­os y multiplica­rlos. Esto no excluye, sino que implica la necesidad de mejorar el sistema en general. el pan en una ciudad que no olvida que debe ser caminable.

En la naturaleza los flujos son más bien circulares, quizás podríamos tenerlo en cuenta. casi tres veces el aumento presupuest­ario de Conaf y Conicyt contemplad­o para 2017.

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