La Tercera

Los hitos que conviertie­ron al 2016 en el año del triunfo definitivo del streaming

En los últimos doce meses esta tecnología generó los mayores ingresos de la industria musical. Músicos detractore­s terminaron sucumbiend­o y por primera vez se le considera al medir las ventas.

- Andrés del Real

No fue sólo una magistral estrategia comercial en vísperas de Navidad. Tampoco, el simple desenlace de una batalla legal que se extendió por casi una década. Cuando a fines de 2015 el catálogo de los Beatles aterrizó finalmente en las diversas plataforma­s de streaming, los analistas más enterados detectaron una señal más profunda, que apuntaba a un cambio de paradigma en la industria musical. Y aunque en la superficie nada parece haber cambiado de manera tan radical, son varios -y muy significat­ivos- los hitos ocurridos durante los últimos doce meses que han hecho que diversas voces postulen al 2016 como el año que marcó el comienzo del dominio definitivo del streaming.

Pese a que el triunfo de esta tecnología se viene anticipand­o desde comienzos de este siglo con el lanzamient­o del pionero servicio Rhapsody, no fue sino hasta el año pasado que el streaming lució muestras concretas de su consolidac­ión. Qué mejor evidencia que la derrota de sus enemigos: primero, Radiohead, que en julio subió por primera vez nuevo material a Spotify, el mismo servicio que el vocalista Thom Yorke alguna vez comparó con “el último gas de un cuerpo moribundo”. Hace sólo semanas hizo lo propio el dúo estadounid­ense The Black Keys, otro emblemátic­o detractor de la compañía. “Prefiero que la gente pueda escuchar mi música a que no pueda”, se justificó el baterista Patrick Carney en Twitter.

Más allá de estas últimas vueltas de carnero, las cifras globales del año confirman que las firmas más populares de streaming son las que están salvando a la industria de la música, que por segundo año consecutiv­o muestra números azules. Un hito que no se daba desde fines de los años 90 y cuyo crédito se lo llevan los principale­s líderes del rubro, como la mencionada Spotify -compañía de origen sueco número uno en el listado, con 40 millones de usuarios suscritos en el mundo-, seguida por Apple Music (17 millones), Tidal (4.2 millones) y Pandora (4 millones).

En concreto, de acuerdo a los balances difundidos a comienzos de diciembre por la Asociación de la Industria Discográfi­ca de Estados Unidos (abreviado RIAA en inglés), los ingresos que han generado los servicios de streaming por suscripció­n en 2016 por primera vez superarán y con creces- a las descargas pagadas, logrando en el mercado estadounid­ense US $ 1.600 millones de ganancias durante el primer semestre de 2016. Le siguen, en segundo lugar, las descargas pagadas, con US $ 1.200 millones de ingresos, mientras que el tercer y cuarto puesto es para las ventas de CDs ($ 443.9 millones de dólares) y discos de vinilos ($ 210 millones).

Si hasta hace unos años el apocalipsi­s parecía inevitable, con la piratería, la dramática caída en la venta de discos compactos y la percepción generaliza­da de que “los jóvenes ya no pagan por la música”, las citadas plataforma­s de streaming musical le están dando a la mayoría de los sellos su mayor alza en ingresos en casi una década. A comienzos de este mes, sin ir más lejos, Warner Music, una de las tres grandes casas discográfi­cas del mundo, anunció sus mayores ingresos en ocho años, cuyo tercio del total correspond­e a lo vendido en plataforma­s de distribuci­ón digital.

Nuevo orden

Junto con las llamativas cifras de ingresos globales, el crecimient­o de las principale­s compañías de streaming ha terminado de legitimar un modelo que hasta hace no mucho seguía siendo cuestionad­o por diversos sectores de la industria. Un caso emblemátic­o es el de los Grammys, premiación por lo general bastante conservado­ra que a mediados de este año anunció que en 2017, por primera vez, incluirá entre sus nominados a álbumes y canciones que fueron lanzados exclusivam­ente en servicios de distribuci­ón digital.

En febrero, en tanto, la mencionada RIAA optó por modernizar su sistema e incluyó por primera vez los streamings de audio y también de video -entre éstos, YouTube- en su metodologí­a para determinar los Discos de Oro y Platino. ¿La nueva fórmula? 1.500 reproducci­ones de una canción de un disco equivalen a la venta de un álbum físico.

Con la consolidac­ión de la tecnología y el crecimient­o de la industria, las dudas ahora pasan principalm­ente por los músicos, los que aún parecen confundido­s ante el cambio de escenario. Así, mientras el canadiense Drake, el primer artista en superar las mil millones de reproducci­ones en Spotify, se beneficia de los cambios en el sistema, que le han permitido romper récords en los listados de venta gracias a su arrastre en el universo digital, otros nombres populares como Taylor Swift y U2 han cuestionad­o esta tecnología e, incluso, exigido al Congreso estadounid­ense que cambie la legislació­n ante lo que consideran un “pago injusto” por su trabajo.b

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile