Acercamiento entre Rusia y Turquía
EL ASESINATO del embajador ruso en Turquía a comienzos del mes pasado encendió las alarmas sobre una eventual escalada de la tensión entre Moscú y Ankara. Sin embargo, los hechos avanzaron en la dirección opuesta, consolidándose cada vez con más claridad una alianza entre Rusia y Turquía que hasta hace solo algunos años parecía improbable. Como miembro de la OTAN y punta de lanza de la alianza atlántica en Medio Oriente, Turquía ha sido un socio fundamental para Estados Unidos, pero en los últimos años el presidente ruso Vladimir Putin inició un lento acercamiento que se coronó hace algunos días con el apoyo militar de las fuerzas rusas al ejército turco en Siria y el acuerdo de paz negociado en Alepo, donde Moscú y Ankara son actores clave.
La situación no solo confirma la creciente influencia de Rusia en Medio Oriente y la evidente pérdida de poder de Estados Unidos en la zona, sino da cuenta también de un profundo giro geopolítico en la región. Moscú asumió un rol protagónico en la crisis Siria, y gracias a su respaldo militar el régimen de Basher Assad ha logrado recuperar terreno y pocos dudan hoy que será capaz de mantenerse en el poder pese a los pronósticos de hace solo un par de años. Muchos atribuyen este factor al porqué del cambio del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Consciente de que la caída del régimen sirio -que él había promovido- es hoy improbable, Turquía optó por sumarse a la mesa de quienes muy probablemente definan el nuevo orden en la región.
Para fines de enero está previsto el inicio de las negociaciones sobre Siria en Astaná, la capital de Kazajistán, en las que participarán además del régimen sirio y una parte importante de los grupos rebeldes, Rusia, Turquía e Irán. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea y Naciones Unidas no fueron invitados a la mesa, que además se instalará en una ex república soviética. Una clara señal de que los equilibrios están cambiando en Medio Oriente y Washington es el gran perdedor.