La Tercera

Con las botas puestas

- Andrés Benítez

AMÍ ME gusta la actitud de Ricardo Lagos. Le ha ido mal en las encuestas, todos le piden que se baje, pero el hombre insiste en seguir en carrera. Tanto, que hoy se espera sea proclamado por el PPD, con lo que asegura su participac­ión en las primarias de la Nueva Mayoría.

Probableme­nte, para perder. Pero eso a él parece importarle poco. Esto no lo entiende casi nadie. Son muchos los que dicen que se trata de un error histórico; que está botando todo su capital político. Que era mejor quedarse en sus cuarteles de invierno, con el título de haber sido un gran presidente. En fin, que no vale la pena salir de ahí para ser derrotado.

Yo lo veo distinto. Lagos es un hombre de 78 años que no quiere jubilar. Para él, la candela de pasar a retiro para cui- dar el prestigio es tan absurda, como aquellos que acumulan dinero para convertirs­e en los más ricos del cementerio. No, él quiere pasar sus últimos años dando la pelea. Quiere evitar aquello que, muchas veces, es lo más duro de la vejez: la pérdida de relevancia. Y, vaya que lo está consiguien­do. No hay día en que no esté en las primeras planas, en la televisión, en Twitter. El hombre está más vivo que nunca.

Claro, esto podría verse como un capricho personal. Pero no lo es. Porque Lagos podrá no tener votos, pero sí tiene mucho que decir y aportar. Sus ideas y visión son importante­s, por lo que su presencia en los debates será vital. Podrá no ganar, pero evitará regalarle la cancha a personas como Guillier, que navega por la vida con pocas o ninguna idea. De seguro, lo que ahora busca Lagos es desnudar aquello. Mostrar todo su peso político e intelectua­l para dejar claras las cosas. Puede que no sea el mejor candidato, pero sin duda es el de mayor peso del sector. Es el susto de aquellos que le piden a Lagos que se baje. Temen que debilite a Guillier más allá de la cuenta. Bueno, nada agradaría más a Lagos que aquello.

Pero, para que esta aventura resulte, tiene que cambiar. En el camino por conseguir votos, Lagos ha ido paulatinam­ente desdibujan­do su mensaje, cayendo en contradicc­iones incluso con su propia historia. Eso es lo peor que puede hacer. Primero, porque ya está claro que no le resulta. Segundo, porque al alejarse de lo que representa, sí puede dañar su figura más allá de lo convenient­e. En ese sentido, perder no es un problema cuando uno lo hace con las botas puestas. Ese es un acto de coraje, que siempre se respeta. Por el contrario, perder actuando para la galería es una traición que pocos perdonan. Eso sí es hacer el ridículo.

Todos queremos ver al Lagos de siempre. Al hombre seguro, al duro, irreverent­e, el que no se achica con nada. Ese es el que, aunque pierda, puede hacerle un gran favor a estas elecciones y al país. Que ponga la vara alta en el plano de la ideas, del liderazgo, de las capacidade­s. Él es un estadista y tiene que vender cara su derrota, dejando al menos heridos a los que no tienen nada de aquello. En suma, que sea el aporte que siempre ha sido a la política chilena. Entrar a la pelea sin esto, es un sinsentido para una figura como la que representa. Todos queremos ver al Lagos de siempre, ese que aunque pierda puede hacerle un gran favor a estas elecciones y al país.

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