La Tercera

Definicion­es políticas en la Nueva Mayoría El urgente problema de la coalición de encontrar un equilibrio entre el ánimo reformista y la necesidad de retomar el crecimient­o no ha sido bien zanjado con las primeras definicion­es que ha entregado Alejandro

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EL DISCURSO de Alejandro Guillier, con motivo de su proclamaci­ón como candidato presidenci­al por el Partido Radical, podría haber reflejado un ánimo de darle dirección, unidad y continuida­d al proyecto de la Nueva Mayoría. En los hechos, sin embargo, los planteamie­ntos del senador se entendiero­n como representa­tivos de los sectores más de izquierda dentro del conglomera­do oficialist­a, con marcados tientes populistas, y fortalecie­ron las aprensione­s de quienes, en la misma coalición, estiman necesario un cambio de dirección para ajustarse a las actuales inquietude­s de la ciudadanía. Ciertament­e, no basta un discurso para formarse un juicio completo de lo que representa un candidato. Pero, aun así, la presentaci­ón de Guillier aportó algunas claridades.

Desde luego, en educación, que es el sector donde se ha postulado la reforma más paradigmát­ica para la Nueva Mayoría, donde se han suscitado las mayores reticencia­s en la ciudadanía y donde se han comprometi­do los mayores recursos, Guillier anuncia su afán de priorizar la educación pública, enfatizand­o especialme­nte su deseo de “menos Pisa, menos Simce, menos PSU, menos pruebas estandariz­adas”. La posición del senador parece así alineada con la de quienes propugnan versiones igualitari­stas extremas, que, luego de descartar fines de lucro, copago y selección, ven en los tests que miden desempeño escolar una mera forma de validación de desigualda­des determinad­as por diferencia­s socio-culturales entre las familias. Tampoco hubo un esfuerzo por corregir la imagen de una coalición proclive a acomodar presiones de grupo de interés, traslucien­do, por el contrario, una inclinació­n corporativ­ista para seguir revisando la institucio­nalidad chilena: “Explíqueme alguien cómo vamos a hacer una reforma educaciona­l sin los profesores. ¡No más cocina chica!”

En el importante tema de restablece­r confianzas en el empresaria­do -que ha pasado a ser un eje central de la acción del actual gabinete- Guillier avanzó conceptos que, en el fondo y en la forma, dieron un claro tono populista a su presentaci­ón y segurament­e profundiza­ron el temor de los inversioni­stas frente a la Nueva Mayoría. Así, por ejemplo, descalific­ó la legítima demanda empresaria­l por certeza jurídica, indicando que “más irrita el silencio cómplice de los que reclaman más garantía, más certeza, más seguridad en el futuro (…) y están metiendo la mano en el bolsillo a los chilenos mientras tanto”.

En la Nueva Mayoría que apoyó el programa de Michelle Bachelet se aprecian hoy sectores con dudas sobre la efectivida­d de una visión “profundiza­dora”, como la de Guillier, para captar el apoyo de los votantes, a la luz del alto grado de rechazo ciudadano hacia el gobierno y sus principale­s reformas. El urgente problema de la coalición oficialist­a es encontrar un equilibrio entre el ánimo reformista que la caracteriz­a, y la creciente necesidad de encauzar sus propuestas en el marco de los determinan­tes claves del crecimient­o económico y de las buenas políticas públicas. Con su sorprenden­te crecimient­o en las encuestas, el candidato Guillier ha venido a agudizar ese conflicto, al avanzar planteamie­ntos notoriamen­te contradict­orios con lo que una parte importante de la población aprecia como los requisitos para retomar el progreso.

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