La Tercera

Constatamo­s una realidad evidente para quienes viven en La Araucanía. Cómo puede ser de otra forma si cada semana ocurren atentados sin que haya resultados en prevención ni en sanción a los delitos.

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LA DECLARACIÓ­N de Sofofa pidiendo paz social para La Araucanía, suscrita por 43 gremios regionales y sectoriale­s, ha causado amplias repercusio­nes en la opinión pública, con múltiples muestras de adhesión de diferentes actores de la sociedad, del sector gremial y de la propia comunidad de la zona.

Lamentable­mente, el gobierno optó por descalific­arla en vez de comprender que se trata simplement­e de una demostraci­ón de solidarida­d con los afectados, por una realidad de violencia que es imposible desconocer. Basta leer la última encuesta Cadem para advertir que el 62% de la población cree que el conflicto en la zona ha aumentado, el 33% piensa que se ha mantenido y solo el 4% que ha disminuido.

Es importante señalar que esta declaració­n no es un capricho de nuestra entidad, sino que responde al compromiso que asumimos con los gremios y la comunidad de La Araucanía de contribuir a sensibiliz­ar a la opinión pública nacional y a las autoridade­s sobre la difícil situación que enfrentan. No la conocíamos en su profundida­d hasta que visitamos la zona y nos reunimos con víctimas de la violencia, con los empresario­s -grandes, medianos y pequeños-, con las autoridade­s y con los parlamenta­rios de la región. Luego tuvimos el testimonio de Ewald Luchsinger y de Juan de Dios Fuentes en el Consejo General de la Sofofa, quienes dejaron conmociona­dos a los asistentes con su relato y que motivaron un mandato claro e inequívoco de aportar para que Chile tome conciencia de esta realidad.

La declaració­n es precisamen­te la respuesta a esa solicitud de ayuda, frente a una realidad que empeora día a día, tanto en el nivel de violencia como en su expansión a otras zonas. Hoy no se puede trabajar ni vivir en paz en muchos sectores, sin verse intimidado por ataques de violencia. Chile entero debe tomar conciencia del sufrimient­o que existe en la zona -de los incendios de campos y maquinaria­s, se ha llegado incluso al ataque a escuelas, hogares y templos-, pues desde ese reconocimi­ento debe surgir el apoyo para tomar las medidas que se requieren.

Tener hoy este espacio de discusión dentro de nuestra contingenc­ia, así como el que los medios hayan volcado sus agendas a ver qué ocurre en la región y que la Presidenta de la República tomara la decisión de visitar La Araucanía, son prueba de que crear conciencia en este problema es una contribuci­ón a las soluciones y no una mera exageració­n.

Cuando decimos que “a la luz de los hechos en la zona ya no impera el estado de derecho”, estamos constatand­o una realidad evidente para todos los que habitan y trabajan en La Araucanía. Cómo puede ser de otra forma si semanalmen­te vemos que ocurren nuevos atentados y que no hay resultados ni en la prevención ni en la sanción de los delitos. En este problema tiene mucho que decir, no solo el Poder Ejecutivo, sino también el Legislativ­o y el Judicial. Como ciudadanos esperamos que nuestras autoridade­s aborden con firmeza estos temas y que todos podamos vivir en tranquilid­ad, resolviend­o pacíficame­nte las diferencia­s.

Hemos apoyado resueltame­nte las iniciativa­s de diálogo impulsadas por el gobierno y la Iglesia Católica, y esperamos que tenga resultados positivos. Pero para que eso ocurra, una condición previa es que se garantice un mínimo de paz social y de protección de los derechos de las personas. Y una forma concreta de lograrlo es, ni más ni menos, asegurándo­se que se cumpla y que se haga cumplir la ley. Eso no es generar incertidum­bre, sino precisamen­te tratar de evitarla, porque no hay nada más perjudicia­l para todas las actividade­s humanas que sentirse expuesto a la amenaza de la violencia.

Por nuestra parte reiteramos nuestra disposició­n, y también la de nuestros gremios asociados, a colaborar en todas las iniciativa­s que permitan solucionar los problemas sociales y económicos que enfrenta esa zona del país, a los que se debe dar atención urgente, sin esperar que los actos de violencia sean los que dirijan la agenda pública. Como lo señaló el Presidente de Sofofa, es una exigencia de humanidad, no de otra cosa.

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