La Tercera

De Freirina a la universida­d

Celeste tiene 17 años. Desde los seis que ha transitado por diversas residencia­s de acogida en Atacama. El Sename ha sido su hogar. A pesar de las dificultad­es, fue la mejor alumna de su generación. Ponderó 715 puntos en la PSU. Y esta semana decidirá en

- Por Cristián Palma, desde Freirina.

LOS ÚLTIMOS dos años, el despertado­r del celular de Celeste Solar (17) sonó todos los días a las 06.30. La rutina se repitió religiosam­ente mientras la joven cursó tercero y cuarto medio en el Liceo Ramón Freire, de la comuna de Freirina, Región de Atacama. No hubo tiempo para aprovechar algunos minutos más en la cama. Apenas abría los ojos, tomaba algún cuaderno o libro y repasaba las materias del día, sobre todo las que más le costaban. Luego, el desayuno junto a su hermana, Estrella, y el hijo pequeño de esta última, en el comedor del Centro Maravilla, residencia colaborado­ra de la red del Sename. En ese espacio ambas jóvenes viven desde 2011. Poco antes de las 8 dejaban al niño en un furgón escolar y ellas partían raudas a clases.

La jornada escolar se extendía hasta las 17.00. A esa hora volvía al centro de acogida, se cambiaba de ropa y salía otra vez apurada con destino a Vallenar, la capital provincial, para asistir al preunivers­itario Diego Portales, al cual pudo ingresar gracias al aporte de una minera local y a una beca que se ganó por sus notas. “Me iba comiendo un pan o un chocolate en el camino, porque no tenía tiempo para más”, recuerda Celeste, que regresaba bien entrada la noche a su hogar, tras viajar más de una hora en micro. “Ahí leía otro poco hasta que me quedaba dormida o jugaba con mi sobrino”, recuerda.

El sacrificio valió la pena. La joven logró 630 puntos en la PSU de Lenguaje, 647 en Matemática, 589 en Historia y 615 en Ciencias. Esto, sumado al 6,7 que logró como promedio de notas en la enseñanza media, le permitió ponderar 715 puntos y postular a la carrera de sus sueños: ingeniería en control de gestión.

El pasado miércoles supo el resultado de su postulació­n, y la alegría fue compartida por los demás residentes y funcionari­os del establecim­iento. también por ser la mejor de su generación y por haber obtenido nota 7,0 en las tres matemática­s que cursó en 2016, lo que le valió ser reconocida por la municipali­dad local, la intendenci­a y la Seremi de Educación de Atacama.

“Eso es muy bueno, porque entendemos que conseguir la gratuidad para que Celeste pueda seguir sus estudios superiores en Santiago puede que sea más fácil. Ya se han comprometi­do aportes privados anónimos, pero la gratuidad es lo fundamenta­l”, dice Lucía Godoy, directora de la residencia Maravilla.

La profesiona­l agrega que “la responsabi­lidad y logros de Celeste, al igual que su hermana Estrella (que estudiará técnico en minería en la Universida­d de Atacama), son también un reconocimi­ento a nuestro trabajo y a la resilienci­a y fuerza de voluntad de estas chicas ejemplares. Ya tenemos otro residente en la educación superior, los cuales se han convertido en un referente”.

En la residencia viven 32 menores, 11 de ellos menores de cuatro años. Todos provienen de hogares de extrema vulnerabil­idad de Atacama. En el caso de Celeste, que cumplirá la mayoría de edad a mediados del próximo año, en marzo debe presentars­e a una audiencia que revisará su situación y analizará si se cumplen las condicione­s para dejar el sistema. Su hermana, que ya tiene 19 años, se mantendrá en la red debido a que su hijo de cuatro años es parte del Sename.

Celeste asegura que quiere estudiar en Santiago y estar con su madre, que vive en Renca. Según los funcionari­os del centro de acogida, la mujer ha cumplido de buena forma un proceso de rehabilita­ción y estaría apta para apoyar a la menor en la nueva etapa que viene. Sin embargo, de todos modos habrá un seguimient­o de al menos seis meses para ver el caso.

“Estoy tranquila, mi mamá estaba contenta porque me fue bien en la escuela y en la PSU, hasta me felicitó”, concluye Celeste.b

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