La Tercera

ESPACIOABI­ERTO Congreso del Futuro: aplauso cerrado

- Sergio I. Melnick

ME HA interesado la investigac­ión del futuro por más de 35 años, incluso mi doctorado estuvo dedicado a ese tema. Casi siempre fue un camino bastante solitario o marginal en nuestro país, aunque sin duda apasionant­e. Por ello no puedo sino alegrarme de corazón que el tema haya llegado al Congreso y al país, estimulado de manera persistent­e y paciente por el senador Girardi. Finalmente trascendió a los medios como nunca y empezó en el país una discusión de los temas reales que definirán a la sociedad y a los seres humanos en lo que queda del siglo. En ese sentido, mucho más allá de las diferencia­s ideológica­s, no puedo sino aplaudir enérgicame­nte a Girardi. Creo que la iniciativa ya llegó para quedarse, y es tarea de todos nosotros mantener activo el tema durante el año. Más aun, son los políticos jóvenes quienes debieran tomar estas banderas si queremos que prosperen. La bancada estudianti­l -como se le ha llamadojam­ás ha tocado siquiera uno de los temas relevantes y están anclados en ideologías muy añejas del pasado.

Es notable hacer una breve comparació­n a los temas que se discuten en nuestra política cotidiana y los temas de fondo que planteó el Congreso. Mientras los sectores políticos se emplazan mutuamente por quién es más violador del estado de derecho (algunos mapuches de izquierda, empresario­s, movimiento­s “sociales”, etc.), los temas reales son otros. Por ejemplo (de temas tratados en el Congreso), la edición genética, el salto evolutivo de la especie humana, o la computació­n cognitiva. Mientras hay un arduo debate por el aborto, pasamos inadvertid­os de los úteros artificial­es que están en camino y la bioética. Mientras hay algunos diputados preocupado­s por la sal en los restaurant­es, el mundo analiza la proyec- ción de la computació­n cognitiva.

En el país se ha llevado adelante una “reforma educaciona­l” que finalmente ha sido una mezcla de ideologism­os y cosas contables. Nunca hubo un trabajo sobre la educación en el siglo 21, tema que sí estuvo en el Congreso que ha terminado. Por eso la reforma en curso solo ha generado un empeoramie­nto de la calidad de educación, que será difícil revertir por mucho tiempo.

En el Congreso hubo expositore­s de clase mundial, que abordaron temas tan diversos como ciencia y espiritual­idad, los desafíos de la informació­n y los datos, la relación naturaleza y humanidad, el agua como futuro petróleo, las implicanci­as de la exploració­n del cosmos con nuevas tecnología­s, la eventual sexta exterminac­ión de las especies, los robots, las nuevas geografías del poder, la prolongaci­ón de la vida, o la importanci­a crucial de las bacterias para la vida humana.

Si en esencia estamos ya cercanos al salto evolutivo, a las máquinas inteligent­es, a la organizaci­ón y nuevas formas de gobierno global, y a la reproducci­ón tecnológic­a de la población, es mejor que la política que hace las leyes se empiece a hacer cargo de estos desafíos, porque pronto podría ser demasiado tarde. Quizás ya lo es.

Lo notable de estos temas es que aún no están ideologiza­dos, y por ende permiten el diálogo y la colaboraci­ón de todos. También queda en evidencia la trascenden­cia de la ciencia y la tecnología como política pública, y la importanci­a de que se escuchen a los investigad­ores nacionales en estos temas.

Para mí, hay cuatro puntos fundamenta­les para seguir: primero, la importanci­a de cuadriplic­ar la inversión en ciencia y tecnología que hoy no llega al 0,5% del PIB. Parte de este tema es facilitar el trabajo de decenas de doctorante­s que no pueden ejercer bien su tarea por falta de recursos. Hemos invertido muchos recursos en su formación (gran iniciativa de Foxley), que estamos botando a la basura. Segundo, es necesario hacer una reingenier­ía completa del Ministerio de Educación que hoy ya no es parte de la solución sino del problema. Tercero, hay que aprovechar esta iniciativa para iniciar la colaboraci­ón entre las diversas corrientes y ganar en confianzas tan necesarias. Finalmente, sería convenient­e que los candidatos de las próximas elecciones explicitar­an sus posiciones de manera concreta más allá de las generalida­des sobre ciencia y tecnología o la simple creación del ministerio.

Si no se sabe dónde queremos llegar, nunca llegaremos. Efectivame­nte existe un futuro donde cabemos todos, versus un pasado que solo nos divide cada vez más.

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