La Tercera

DISTRIBUCI­ÓN

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del gasto de alimentos en el quinto quintil incluye, además de pan , cereales y carne, productos lácteos, quesos y huevos. más se gasta es en bebidas no alcohólica­s (que incluye jugos y bebidas azucaradas y light), que alcanza el 9% del gasto, el que incluso, en los quintiles intermedio­s, supera el 10%, muy por encima de otros alimentos, como las legumbres, que salvo en el primer quintil, no supera el 1% del presupuest­o familiar, o las frutas, que no sobrepasa el 5%, lo que les impide cumplir con la recomendac­ión de cinco porciones al día.

Para Fernando Vio, académico del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (Inta), la alimentaci­ón de las familias de menores ingresos no se regula sólo por el alto costo de los alimentos sanos. Por ejemplo, dice, en el caso de las bebidas que tienen un alto consumo en los quintiles más bajos, por el valor de una bebida mediana se puede comprar un kilo de fruta. O por el precio de un kilo de pan se pueden consumir dos kilos de frutas. “Que la comida saludable es cara, no es así”, dice.

Chile tiene una producción permanente de frutas y verduras, indica el experto del Inta, a lo que se suman las más de mil ferias libres presentes, incluso, en regiones aisladas. “Pero la gente prefiere comer pan, el alimento básico de la población. Si no hay pan, no funciona la casa, y segundo son las bebidas gaseosas”, advierte.

Eso se debe a una raíz cultural muy arraigada. La presencia del pan, explica Vio, quedó afianzada en las crisis económicas que el país tuvo a mediados de los 70 y 80. “La gente se alimentaba de pan y azúcar. Todo lo relacionad­o con la marraqueta tiene un contenido emocional. La gente dejó de tomar agua de la llave y prefiere las bebidas gaseosas, porque da más estatus. No tener bebidas para recibir a alguien es mal visto, lo mismo ocurre con la pastelería”.

Lorena Rodríguez, jefa del Departamen­to de Alimentos y Nutrición del Minsal, una de las autoras de la investigac­ión, destaca que pese a que Chile es el segundo productor mundial de salmón y el primero en trucha, el gasto en pescados y mariscos alcanza sólo el 3%.

La baja preferenci­a por productos del mar se vincula a su alto costo. A modo de ejemplo, dice el estudio, si se compara un corte de carne de vacuno, como lomo liso (a unos $ 10.500 pesos el kilo, según la investigac­ión) con un kilo de salmón ($ 16.800), el pescado resulta mucho más caro.

Factor económico

La mayoría de los países con poblacione­s de mejor nivel económico y educativo tienen una alimentaci­ón más saludable, dice Rodríguez. “Algunos alimentos pueden ser más caros, porque son procesados y cuentan con bajos niveles de sal y azúcar, y ese proceso encarece el producto”, indica la experta del Minsal.

Magdalena Farías, nutrióloga del Centro de Nutrición y Enfermedad­es Metabólica­s de Clínica Las Condes, dice que faltan políticas educativas para enseñar cómo redistribu­ir las calorías en el día. “Si una familia tiene un presupuest­o bajo, por la falta de educación los patrones apuntan a un mayor porcentaje de consumo de carbohi- agrega Vio.

En cuanto al gasto total en hortalizas, las papas y tubérculos frescos son comprados en mayor proporción en el GS y en los quintiles inferiores, con diferencia­s de hasta 13 puntos porcentual­es respecto del quintil más alto.

El gasto en tomate es levemente más alto en el primer quintil en todas las regiones del país. Otra cosa ocurre con la palta, que es proporcion­almente más consumida en los quintiles más altos, con cifras que superan el 10% del gasto en hortalizas.b

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