La Tercera

Casos de probidad ponen bajo la lupa funcionami­ento de la Comisión de Ética del Senado

- Sebastián Labrín y Juan Manuel Ojeda Hernán Larraín (UDI)

“Espero que la Comisión de Ética eventualme­nte tenga que pronunciar­se”, dijo el martes pasado el presidente del Senado, Ricardo Lagos Weber (PPD), tras conocer el intercambi­o de correos electrónic­os entre la senadora UDI Jacqueline van Rysselberg­he y el ex presidente de la Asociación de Industrial­es Pesqueros del Biobío (Asipes) Luis Felipe Moncada, mientras se discutía la Ley de Pesca en 2014.

Su petición, sin embargo, fue rechazada minutos más tarde por Hernán Larraín (UDI), presidente de la Comisión de Ética y Transparen­cia del Senado. “No actuamos cada vez que sale una noticia de un senador o senadora en la prensa”, comentó Larraín.

Esta negativa a abrir una causa generó un debate en torno a la labor de la Comisión de Ética de la Cámara Alta. ¿Cómo funciona, quiénes la componen y qué resolucion­es ha tomado en los últimos años, en medio de la crisis de confianza que enfrenta el mundo político? Esas son parte de las interrogan­tes.

Además de Larraín, integran la Comisión de Ética, desde marzo de 2014, el senador independie­nte y candidato presidenci­al del PR Alejandro Guillier, Alfonso de Urresti (PS), José García (RN) y Andrés Zaldívar (DC).

Durante estos tres años, el grupo sólo ha emitido dos pronunciam­ientos respecto de parlamenta­rios denunciado­s por presuntas faltas a la probidad. Se trata de Alejandro Navarro y Carlos Bianchi. Y en ambos casos, en resolucion­es dictadas en noviembre de 2016, de manera unánime, los senadores no fueron sancionado­s ni amonestado­s.

La causa que vincula a Navarro se originó luego que el comité de Auditoría Parlamenta­ria del Senado hiciera un reparo respecto de los pagos a la asesora externa del senador, Damaris Hernández, quien ayudaba en causas legales en la sede distrital del legislador y no en el Congreso. La comisión respaldó al senador.

El desafuero de Bianchi también motivó el inicio de una causa, tras ser acusado por la fiscalía de fraude al Fisco y negociació­n incompatib­le por arrendar para su sede parlamenta­ria una propiedad que estaba a nombre de su suegra. El legislador, sin embargo, fue absuelto por la justicia en 2016, hecho que también impulsó a que la Comisión de Ética cerrara su caso sin sanción.

Las investigac­iones de la fiscalía contra parlamenta­rios por presuntas faltas a la probidad o financiami­ento irregular de campañas llevaron a que la comisión pidiera a los senadores Iván Moreira (UDI), Jaime Orpis (ex UDI) y Eugenio Tuma (PPD) -en junio de 2015- antecedent­es de sus casos y que realizaran sus descargos. Fuentes de la comisión aseguran que en los próximos días se conocerá la pri- “Es prudente mantener reserva para no dañar la honra de los parlamenta­rios”. mera sanción del año contra un senador por estos casos.

Una comisión opaca

Lo que ocurre dentro de la Comisión de Ética y Transparen­cia es desconocid­o para terceros, ya que no autorizan el ingreso de periodista­s o público a sus sesiones y no realizan actas. Por eso no se conoce el contenido de los debates, los argumentos que da cada senador para desestimar los cargos contra uno de sus pares o la tabla de las materias que abordan.

Todos los acuerdos adoptados por esta instancia son unánimes. Según el senador García, “el hecho de que sean unánimes les da a las resolucion­es una enorme fuerza, muestra una transversa­lidad política importante que evita alegatos del tipo: ‘ciertos sectores me quieren perjudicar’ o ‘es una revancha política’”.

Otro senador que integra la comisión asegura que su rol “no es la de un tribunal de justicia”, más aún cuando los parlamenta­rios no cuentan con un código de ética. Y enfatiza que su principal tarea es “zanjar las diferencia­s entre senadores”.

En la comisión señalan que son partidario­s de esperar los fallos de tribunales antes de pronunciar­se, para no intervenir en los procesos. “Hay que ser prudentes, porque cuando la comisión empieza a investigar a alguien, obviamente, eso tiene cierto peso, y no queremos influir, sea en beneficio del parlamenta­rio o en su perjuicio, con nuestras actuacione­s o decisiones”, señala Larraín. Y ejemplific­a con el caso de Patricio Walker (DC), quien recienteme­nte fue sobreseído en la indagatori­a por gestionar aportes de una pesquera en favor de Iván Fuentes. “Si lo hubiésemos llamado a la comisión, podríamos haber hecho el ridículo o causarle un daño a su imagen y a su honra”, afirma Larraín.

Uno de los temas que ha analizado la comisión es el proyecto para endurecer las sanciones por faltas a la probidad parlamenta­ria. La moción, presentada en 2015 por la propia comisión, propone crear una nueva Dirección de Ética y Transparen­cia Parlamenta­ria bicameral para revisar temas de probidad, conflictos de interés y lobby. Los miembros de la entidad serían profesiona­les independie­ntes selecciona­dos por el sistema de Alta Dirección Pública.b

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