La Tercera

El Orden Mundial 2.0

- Richard N. Haass

Durante casi cuatro siglos, el concepto de soberanía ha sido esencial para el orden internacio­nal. Y con razón: como hemos visto siglo tras siglo, incluido el actual, un mundo en el que las fronteras se violan por la fuerza es un mundo de inestabili­dad y conflicto.

Pero en un mundo globalizad­o, un sistema fundado sólo en el respeto de la soberanía –llamémoslo el Orden Mundial 1.0se ha vuelto cada vez más inadecuado. Casi cualquier persona y cosa puede llegar a casi cualquier lugar: desde turistas, terrorista­s, refugiados a correos electrónic­os, enfermedad­es, dólares y gases de invernader­o. Las realidades de hoy exigen actualizar el sistema operativo -un Orden Mundial 2.0- basándose en la “obligación soberana”, la noción de que los estados soberanos no sólo tienen derechos sino también obligacion­es hacia los demás.

El Nuevo Orden 2.0 también debe contar con prohibicio­nes a cualquier tipo de apoyo al terrorismo. De manera más controvert­ida, debe contar con normas más estrictas para la proscripci­ón de la propagació­n o el uso de armas de destrucció­n masiva.

Otro elemento esencial de un nuevo orden internacio­nal es la cooperació­n sobre el cambio climático, que bien puede ser la manifestac­ión por excelencia de la globalizac­ión, porque todos los países están expuestos a sus efectos, independie­ntemente de cuánto incidan en él. El acuerdo sobre el cambio climático alcanzado en París en 2015, en el que los países acordaron limitar sus emisiones y proporcion­ar recursos para que los países más pobres se adaptaran a ello, fue un paso en la dirección correcta.

El ciberespac­io es el dominio más reciente de la actividad internacio­nal, caracteriz­ado tanto por la cooperació­n como el conflicto. El objetivo en esta área debería ser llegar a acuerdos internacio­nales que fomenten los usos benignos del ciberespac­io y desincenti­ven los usos malignos. Los gobiernos tendrían que actuar de manera

Por consistent­e con este régimen.

En cuanto a los refugiados, nada puede reemplazar las acciones locales eficaces para prevenir situacione­s que generan grandes flujos migratorio­s. En principio, este es un argumento para la intervenci­ón humanitari­a en situacione­s específica­s, pero seguirá siendo difícil traducir este principio en la práctica, si se consideran lo divergente­s de las agendas políticas y los altos costos de una intervenci­ón para que sea eficaz.

Por definición, los acuerdos de comercio son pactos de obligacion­es soberanas recíprocas acerca de barreras aduaneras y no aduaneras. Cuando una parte cree que no se cumplen tales obligacion­es, puede recurrir a un arbitraje a través de la Organizaci­ón Mundial de Comercio. Pero las cosas son menos claras cuando se trata de subsidios estatales o la manipulaci­ón de divisas. Por tanto, el reto es definir obligacion­es soberanas adecuadas en estas áreas para futuros pactos comerciale­s y crear mecanismos de rendición de cuentas de los gobiernos.

Serán necesarias décadas de consultas y negociacio­nes para establecer las obligacion­es soberanas como uno de los pilares del orden internacio­nal, e incluso entonces su aceptación e impacto serán desiguales.

Para complicar más las cosas, la administra­ción del Presidente Donald Trump ha abrazado una doctrina de “Estados Unidos primero” que va en una línea bastante diferente a los que sugiero aquí. Si EE.UU. se mantiene en esta postura, sólo se avanzará hacia la creación del tipo de orden que exige el mundo interconec­tado de hoy en día si otras potencias lo impulsan, o bien habrá que esperar al sucesor de Trump.

Hoy es el momento de dar inicio a las conversaci­ones necesarias. La globalizac­ión ha llegado para quedarse. La mejor manera de hacerle frente es avanzar hacia un nuevo orden internacio­nal que incorpore la obligación soberana. Un Orden Mundial 2.0 que se cimente en ella es ciertament­e un proyecto ambicioso, pero que nace del realismo y no del idealismo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile