¿Partidos clientelares?
EL SERVICIO Electoral (Servel) es de esas instituciones públicas que se sabe que están funcionando bien cuando uno se olvida de ellas y no recuerda el nombre de su presidente ni de su director. Por el contrario, cuando un servicio de este tipo y su presidente –el actual con una irrefrenable compulsión por lo mediáticoproducen casi tantas noticias como un partido político, podemos estar seguros de que no está funcionando como debiera.
A los varios y conocidos desaciertos del Servel –como intentar prohibir la inscripción de un partido por llevar en su denominación la palabra “revolución”se suma hoy un inesperado cambio en las reglas del juego que facilitan el refichaje de los militantes de los partidos antiguos. Que esto se realice un 31 de enero acrecienta las suspicacias: ha sido siempre la fecha escogida para, en medio de la modorra política de febrero, hacer pasar alguna decisión “difícil”.
En lo grueso, esta vez el desacierto viene de la decisión de reducir las exigencias de la inscripción vía Internet para el proceso de refichaje. Así, a pocas semanas del cumplimiento del plazo para la reinscripción, se cambian las reglas del juego, lo que constituye un menoscabo a quienes se habían sometido, esforzadamente, a la normativa vigente e introduce exigencias distintas para los refichados y para los nuevos militantes, lo que resulta discriminatorio hacia los partidos en formación.
¿Qué buscaba el refichaje? Depurar los padrones partidarios de quienes no solo ya no adscriben al partido, muchos de los cuales nunca supieron cómo llegaron a estar inscritos, sino evitar o reducir la práctica de inscripEN ciones basadas en redes clientelares estatales, municipales o privadas. Los llamados “militantes fichas”, acarreados luego para las elecciones por caudillos locales y operadores (amparados por dirigentes nacionales), práctica que distorsiona la democracia partidaria, y reduce el peso del voto de los verdaderos militantes. Por ello, era necesario dar con un mecanismo que hiciera del acto de reinscripción uno esencialmente individual y voluntario. No cabe duda que el nuevo sistema electrónico provisto por el Servel reabre la puerta a refichajes masivos realizados bajo una lógica clientelar. El fondo del asunto es si tendremos partidos de militantes o partidos clientelares.
Hoy casi todas las soluciones son malas: persistir en una medida que para el sentido común ciudadano resulta arbitraria y discriminadora, arrastrando a un nuevo descrédito al sistema político; extender las mayores facilidades a las nuevas agrupaciones políticas (abandonando la frágil tesis jurídica que sostiene que el refichaje y los nuevos inscritos deben diferenciarse en sus exigencias aunque no en los objetivos buscados); o volver todo a fojas cero asumiendo un nuevo papelón. Se dice que la única discrepancia que no tolera la democracia es sobre las reglas del juego. El deber de instituciones como el Servel es velar por ellas, lo que no viene sucediendo, desde hace un tiempo, con el rigor necesario El deber de instituciones como el Servel es velar por las reglas del juego, lo que no viene sucediendo, desde hace un tiempo, con el rigor necesario.