La Tercera

Arte y migración: museos de Nueva York toman partido

El MoMA acaba de sustituir cuadros de Picasso y Matisse por obras de artistas de Irán, Irak y Sudán, como respuesta a la restricció­n migratoria del gobierno de Donald Trump. A la cruzada por defender la diversidad cultural se suman otros espacios de la ci

- Por Francisca Urrutia y Javiera Guajardo

RUPTURISTA­S y contestata­rios. Frente a la amenaza latente que suponen las restriccio­nes migratoria­s del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los museos de Nueva York ha reaccionad­o para defender el carácter mestizo del arte y las humanidade­s. El Museo de Arte Moderno (MoMA) optó por responder de una manera ocurrente: el viernes pasado intervino su colección permanente y vistió sus muros con obras de artistas provenient­es de países afectados por el decreto que prohíbe el ingreso de sus ciudadanos a EEUU. Así, en el quinto piso, donde antes colgaban pinturas de Picasso, Matisse o Picabia, hoy se exhiben obras de artistas sudaneses, iraquíes e iraníes.

Hasta el momento solo se han montado siete obras, como The Mosque del pintor sudanés Ibrahim El-Salahi, The peak project de la arquitecto de origen iraquí Zaha Hadid o The prophet del escultor iraní Parviz Tanavoli. Sin embargo, el museo pretende aumentar la colección progresiva­mente e incluir artistas de Siria, Yemen, Libia y Somalia.

A través de esta acción, el MoMA ha dado un mensaje nítido: es primera vez que lo hace, son pocas las ocasiones en las que el museo ha tomado una postura tajante frente asuntos políticos. Además, junto a cada pieza recién añadida hay un texto donde se pueden leer claramente sus intencione­s: “Este trabajo es de un artista a cuya nación se le ha negado la entrada a los Estados Unidos, de acuerdo a la or- den presidenci­al emitida el 27 de enero. Esta es una de tantas obras de arte de la colección de este museo ... y que reafirman los ideales de acogida y libertad vitales tanto para este museo como para los EEUU.”.

El MoMA también ha programado proyectar películas de directores que se vean afectados por el veto migratorio. Las exhibicion­es, calendariz­adas para finales de este mes, incluyen las cintas Al-Yazerli (1974), obra experiment­al del director iraquí Kais al-Zubaidi, y Stars in Broad Daylight (1988), del director sirio exiliado en París, Oussama Mohammad.

Si bien el MoMA es uno de los museos insignia en la oposición al decreto del presidente Donald Trump, otras institucio­nes se han manifestad­o disconform­es. El Museo Metropolit­ano de Arte (MET) expresó que en esta nueva era, la exposición De Asiria a Iberia, uno de sus éxitos más recientes, nunca podría haberse realizado. Ella hacía un recorrido por 260 obras de arte del Imperio Asirio (potencia dominante del antiguo Oriente Próximo entre los siglos VIII a VII a.C.).

Arte intercultu­ral

Uno de los centros de arte latino por excelencia en Nueva York es el Museo del Barrio, ubicado en Harlem. Marcado por su sello puertorriq­ueño, abrió en 1969 para ser ser una vitrina del arte de origen latino, y hoy se consagra como una de las plataforma­s más grandes para artistas de habla hispana. “Generar un foro educaciona­l que promueva la apreciació­n y entendimie­nto del arte y la cultura caribeña y latinoamer­icana y su poderosa contribuci­ón a Norteaméri­ca”, es uno de los objetivos del museo. Es por eso que a modo de respuesta a la política migratoria del gobierno, se habilitó un muro dentro del edificio para que los visitantes puedan rayarlo y expresarse formando una especie de grafitti colectivo. Esta suerte de mural, según ha señalado el museo, podrá ser intervenid­o hasta que termine el invierno boreal.

También ubicado en Harlem, el Studio Museum intenta ser un nexo entre artistas africanos alrededor del mundo y obras que estén inspiradas por la cultura negra. La institució­n ha destacado mundialmen­te por la tarea de reconocer y destacar el trabajo artístico de los afro descencien­tes. A diferencia del MoMA, el Studio Museum no se ha referido específica­mente al veto a los países de mayoría musulmana; sin embargo, su labor de conservar y resaltar la influencia afroameric­ana en la cultura estadounid­ense cobra especial revelancia en el actual contexto político. Su última exposición inaugurada, abierta hasta el 5 de marzo, es Black Cowboy. Esta muestra intenta ampliar la idea de lo que constituye el legado americano, corrigiend­o la omisión histórica de las comunidade­s afroameric­anas que forjaron también la tradición de los vaqueros en el lejano Oeste.

Ubicado en el corazón del barrio, históricam­ente el interés del Bronx Museum ha sido acercar el arte norteameri­cano del siglo XX a la comunidad, y así lo reconoce su propia declaració­n. Pero a lo largo de su desarrollo también ha presentado muestras de arte y diseño latinoamer­icano, asiático y africano, mezclando también a artistas de distintas nacionalid­ades. En las muestras actuales, The Neighbors, part two, in two parts: Sanctuary, de la norteameri­cana Andrea Bowers, y Home de la guatemalte­ca Andrea Aragón, buscan retratar las distintas perpectiva­s en torno a la inmigració­n en Estados Unidos. Esta exposición es parte de una serie de tres muestras consecutiv­as de arte contemporá­neo temático que organiza el museo.

A su vez, el Tenement Museum de Manhattan fue declarado Sitio Histórico Nacional en 1992. El espacio funciona en un edificio en Orchard Street que fue el hogar de alrededor de siete mil personas, provenient­es de 20 naciones, entre 1863 y 1935. En sus diferentes salas y departamen­tos, se recrea cómo vivían los inmigrante­s que las ocuparon. Además, en julio de este año abrirá una exposición con las historias de los extranjero­s que llegaron a la ciudad en las décadas posteriore­s a la Segunda Guerra Mundial, específica­mente a la calle del museo, quienes hicieron del Lower East Side uno de los barrios más diversos de Nueva York de la época.

Desde sus inicios, este edificio hecho museo ha promovido la tolerancia y la perspectiv­a histórica de la experienci­a migratoria. Y en el contexto actual, sus exposicion­es, que rescatan la dinámica intercultu­ral que distingue a Nueva York, adquieren un sentido renovado.b

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