La amenaza de Corea del Norte

EN UN abierto desafío a la comunidad internacional, Corea del Norte lanzó un misil balístico hacia el mar de su costa este desde Banghyon, cerca de la frontera con China, y voló 310 millas antes de caer en el mar. Tras el lanzamiento, Corea del Sur acusó a Pyongyang de violar resoluciones expresas del Consejo de Seguridad de la ONU -que prohíben al país este tipo de pruebas-, calificándolo, además, como el primer intento para poner a prueba la política del Presidente de EE.UU. Donald Trump respecto de ese país.

Es un hecho grave que el régimen de Corea del Norte se permita desafiar las sanciones que le impuso la ONU en 2009 para impedir que continuara adelante con su programa nuclear. De hecho, en ese momento existía temor de que ese programa se estuviese utilizando para el desarrollo de misiles balísticos, lo que aparece ahora como una posibilidad cierta. A la luz de la actuación del régimen queda en evidencia que este tipo de castigos no ha sido, hasta ahora, suficiente disuasivo, ya que en febrero de 2016 se registró el lanzamiento de un cohete de largo alcance y la puesta en órbita de un satélite espacial.

Si bien Beijing ha respaldado las medidas de la ONU, en la práctica ha continuado siendo aliado de Corea del Norte, al facilitar la entrega de energía y alimentos, probablemente explicado por fuertes intereses geopolíticos, ya que para el gigante asiático es importante que ese país opere como contrapeso ante posibles amenazas de Japón y Corea del Sur. Asimismo, China buscaría evitar un colapso de Corea del Norte, porque ello podría devenir en una masiva inmigración hacia su propio país. Es improbable, en todo caso, que Pyongyang se detenga en sus afanes expansionistas de no mediar la voluntad de China, sin cuyo concurso cualquier presión internacional en los hechos se torna inútil.