La Tercera

Los días en libertad de los dueños de Eurolatina

Los hermanos Elgueta están libres tras cuatro años de prisión. Pedro trabaja como administra­tivo de una compra y venta de autos y Marcos sufrió doble desprendim­iento de retina y arriesga perder la vista.

- Por David Aguayo C.

Cerca de las 19.00 del 19 de enero, Marcos Elgueta Cárcamo, uno de los dueños de la desapareci­da financiera informal Eurolatina y de sus sucesoras, Los Queñes e Hippocapit­al, quedó en libertad condiciona­l tras ser condenado dos veces por los delitos de estafa reiterada y usura. Situación similar vivió su hermano meses antes. En agosto del año pasado, la Corte de Apelacione­s acogió el recurso de amparo para sacar de la cárcel a Pedro Elgueta, el otro directivo de las firmas que fueron utilizadas para engañar a centenares de personas, en su mayoría de es- casos recursos, para lograr el remate de sus propiedade­s. El engaño consistía en aplicar la “cláusula de aceleració­n” ante la morosidad en el pago de las cuotas de préstamos solicitado­s a altas tasas de interés.

La causa se conoció en 1997 y estuvo 16 años en tribunales. Hasta 2013. Los hermanos Elgueta fueron sentenciad­os por la Corte Suprema a cinco años y un día de presidio. Es decir, pena efectiva por delitos ocurridos entre 1993 y 2000. “De las 600 querellas que alcanzamos, solo 236 personas recibieron indemnizac­iones. Algunos les devolviero­n $ 1 millón por propiedade­s que valían $ 30 millones”, asegura María Elena Huaiquipán, una de las víctimas y dirigenta de los afectados por Eurolatina.

Ya en la cárcel, en 2015, el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago los condenó a tres años y 61 días como autores de nuevos delitos de estafa y usura. En esta nueva causa, conocida como Eurolatina II, los Elgueta entregaron los títulos de dominio de viviendas a 168 deudores, tras un acuerdo judicial.

Hoy, ambos cumplen lo que resta de su condena fuera del módulo A de la ex Penitencia­ría. En el caso de Marcos Elgueta, sus abogados, Cristhian Urquieta y Felipe Jiménez, presentaro­n primero un recurso de amparo ante la Comisión de Libertad Condiciona­l, pero dicho beneficio fue denegado el 26 de octubre, pues “el solicitant­e no cumplía con el tiempo mínimo que permita su concesión”, según argumentó Fernando Carreño, ministro y presidente de la entidad. Así, los abogados elevaron la solicitud hacia el tribunal de alzada capitalino, que finalmente acogió la libertad. “Ambos cumplen con todos los requisitos, tanto en lo que refiere a los tiempos de condena como a los de conducta y su proceso de reinserció­n. Ellos hoy han optado por una vida alejada de los negocios”, afirma Urquieta, quien asegura que ellos “buscan reinsertar­se de forma laboral del modo más regular y normal posible”.

Según sus cercanos, Pedro Elgueta habría comenzado a trabajar como empleado administra­tivo en una empresa de compra y venta de automóvile­s. Un lugar donde sus jefes sabrían de su pasado, pero que no sería impediment­o para que lave los vehículos, los ofrezca a los clientes y entregue la documentac­ión necesaria al Registro Civil.

A su vez, Marcos Elgueta estaría convalecie­nte en su hogar después de una cirugía a los ojos: “Tuvo una afección muy grave cuando estuvo recluido. Estuvo a punto de perder la vista, y el mismo día que logró obtener la libertad condiciona­l fue trasladado a un centro hospitalar­io para operarlo”, asegura Urquieta.

La enfermedad es un doble desprendim­iento de retina, que se habría acrecentad­o en la cárcel. Marcos Elgueta se recupera en una cama especial, similar a las de masaje, que lo obliga a dormir boca abajo con los ojos vendados y en reposo absoluto. “Ellos cometieron errores, pero no tanto como los de La Polar, quienes estafaron a más gente e hicieron más daño”, añade el defensor Jiménez.

Sin embargo, María Elena Huaiquipán aclara que aún hay afectados sin una solución: “Gracias a la lucha que hicimos, se condenará en Chile por usura, pero la gente todavía no tiene dónde vivir, con la agonía de ver que sus propiedade­s están embargadas”.b

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FOTO: ARCHIVO Afectados protestand­o en las afueras de la casa de los condenados, el 25 de abril de 2005.

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