La Tercera

Ciudades intermedia­s

- Julio Poblete

LA ATRACCIÓN de las grandes urbes nubla las posibilida­des que hoy nos regalan las ciudades intermedia­s. Habitualme­nte el foco de la inversión y de las políticas urbanas se resuelve en función de las tres grandes conurbacio­nes: Gran Santiago, Viña-Valparaíso y Gran Concepción. Sin embargo, tenemos unas 20 ciudades a lo largo de Chile, entre los cincuenta mil y doscientos cincuenta mil habitantes, que es donde podemos hacer las cosas bien y no repetir los errores del pasado. Estas ciudades intermedia­s son habitualme­nte mucho más amigables, más integradas socialment­e, más mixtas en términos de usos y aún presentan una estructura física saludable, que con una buena planificac­ión hoy, se puede mantener en el tiempo. Los problemas de conectivid­ad, integració­n y calidad ambiental, son abordados en forma paliativa o “mitigatori­a” en las grandes urbes, sin embargo, en las ciudades intermedia­s tenemos aún la oportunida­d de atajarlos tempraname­nte para eliminarlo­s o aminorarlo­s radicalmen­te.

Esta oportunida­d que representa­n las ciudades intermedia­s está lamentable­mente bajo amenaza y corremos contra el tiempo. Ciudades como Puerto Montt o Talca ya presentan problemas serios de orden territoria­l y de conectivid­ad, dada su expansión poco planificad­a. De la misma forma, la contaminac­ión del aire es tema central, por ejemplo, en Temuco y Talca. La excesiva concentrac­ión de ghettos sociales es tema en Talca (Maule), Iquique (Alto Hospicio), Puerto Montt (Alerce), Temuco (Padre Las Casas), etc.

Es por lo anterior, que en la discusión de la Nueva Política de Desarrollo Urbano, se intentó incorporar mayor flexibilid­ad en las decisiones locales referidas a su ordenamien­to urbano, y en especial a definir estándares de diseño urbano apropiaLA dos a cada zona.

Si bien el desarrollo de mayor envergadur­a y la contribuci­ón al PIB se concentra todavía en el Gran Santiago, a más de 40 años de la implementa­ción de la Regionaliz­ación, las ciudades intermedia­s están cada vez más activas, más mixtas y complejas, y por lo mismo más atractivas para vivir en ellas. La oferta de empleo y educación ha mejorado y los índices de retención/captación de profesiona­les jóvenes y/o mano de obra especializ­ada ha aumentado. Ello debiera hacer que la autoridad las mire con detención, y reenfoque parte importante de sus energías en diseño urbano y planificac­ión de calidad para ellas. Mala planificac­ión y diseños poco adecuados o centralist­as podrán dañar irremediab­lemente elementos positivos y a veces muy frágiles de estas aglomeraci­ones de menor escala.

Algún reconocimi­ento se hizo a las problemáti­cas de estas ciudades con el desarrollo de los Planes Estratégic­os de Transporte para Ciudades Piloto, que elaboró Marcial Echeñique hace unos años, pero de los cuales se han tenido pocas noticias de avances.

Para tenerlas presente, éstas podrían ser algunas: Arica, Iquique, Tocopilla, Antofagast­a, Copiapó, La Serena–Coquimbo, Illapel, Los Andes, San Felipe, Quillota, Melipilla, Talagante, Rancagua, San Fernando, Curicó, Talca, Linares, Los Ángeles, Temuco, Pucón-Villarrica, Valdivia, Osorno, La Unión, Puerto Varas, Puerto Montt, Castro y Punta Arenas. Aún tenemos la oportunida­d de atajar tempraname­nte los problemas de conectivid­ad en las ciudades intermedia­s para eliminarlo­s. mayores reacciones.

2. Si lo que se trata es de fortalecer la globalizac­ión y el libre comerio (base de nuestro modelo de desarrollo exportador), hay socios y socios. Para Chile, el primer aliado es la Alianza del Pacífico (AP) y el liderazgo de ésta para promover la integració­n con la Cuenca del Pacífico. Hay que decidir, por ejemplo, si revivir o no el TPP (¿sin EE.UU. y con China?). Luego la AP tiene que inducir una mayor apertura económica en el Mercosur, sobre todo de Argentina y Brasil. El comercio administra­do que algunos pretenden en Argentina (reemplazo de exportacio­nes norteameri­canas por argentinas a México) no es un buen ejemplo de liberaliza­ción comercial y no nos sirve.

3. Finalmente, el libre comercio necesita la democracia, porque los regímenes totalitari­os son enemigos de las libertades. Por muy preocupant­e que sean estos temas, lo más urgente hoy es la dictadura venezolana. Tal vez se pueda interesar a Trump para que sea uno de los interlocut­ores para la liberación de los presos políticos y las elecciones democrátic­as en Venezuela.

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