La Tercera

Universida­des que no adhieren a la gratuidad

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Señor director:

Algunas universida­des no desean acceder a la gratuidad. Con ello evidencian un sentido de responsabi­lidad, asumiendo una postura tal vez incómoda ante sus estudiante­s, pero consecuent­e con una cuidada tradición de calidad en sus proyectos educativos.

La reforma educaciona­l en marcha carece de compromiso con la calidad. Aunque se declare lo contrario, dicha propuesta se fundamenta en una visión ideológica en la que no tienen cabida las universida­des privadas creadas a partir de 1980. Incluso, las seis universida­des privadas fundadoras del sistema de educación superior (Universida­des Católica de Chile y de Valparaíso, de Concepción, Federico Santa María, Austral y Católica del Norte) han presionado para convertirs­e en opciones válidas ante el gobierno y sus pares estatales.

Uno de los problemas más serios es la fórmula de retribució­n a las universida­des adscritas a la gratuidad. El arancel regulado impuesto por el gobierno genera un déficit significat­ivo en el sistema, difícil de abordar en las actuales condicione­s. Más grave aún, a futuro este déficit se verá incrementa­do al entrar en vigencia el proyecto de ley que obliga a las institucio­nes a regirse por dicho arancel con la totalidad de sus estudiante­s, y no solo con los pertenecie­ntes a los primeros cinco deciles. ¿Qué ocurrirá cuando, en vigencia de la reforma, se deba retribuir al 100% de los matriculad­os por el arancel regulado? La cuantía de los recursos adicionale­s involucrad­os es imposible de abordar para los próximos años.

¿Cuál es la posibilida­d real de cuadrar el círculo? Ninguna. Por eso resulta prudente la decisión de algunas universida­des de no adscribir a la gratuidad, ya que de implementa­rse la reforma como está, condena al sistema a la mediocrida­d. se caracteriz­aron por el esfuerzo del comediante, en la búsqueda de la anhelada recompensa: las carcajadas del público y un gran aplauso final.

Pero el stand-up comedy de hoy es fiel reflejo de una problemáti­ca que afecta a nuestra sociedad: el mínimo esfuerzo. Hoy cualquiera se cree comediante, con un monólogo que no es cómico, y temas recurrente­s como los políticos, las Fuerzas Armadas, los empresario­s y la Iglesia, entre otros. Al otro día podemos leer en redes sociales o escuchar en la calle comentario­s del tipo “este tipo dice la pura verdad” o “es valiente, le dijo a los políticos sus verdades”. Y aquí yace el problema: la gente no hace un análisis ni pone en tensión la rutina; se queda con lo que le dijeron. El lenguaje construyó una realidad.

Lo rescatable es que todavía tenemos muy buenos comediante­s del chiste y la historia; también tenemos excelentes exponentes del stand-up comedy, pero miro con recelo que día a día ganan terreno los críticos del sistema, quienes solo empobrecen más el debate político y le hacen un gran favor a la casta política tradiciona­l, alejando aún más a las personas de algo que es propio de una vida en sociedad: la política. esfuerzos extremos por recuperar sus cuentas por cobrar.

Así están, a mi juicio, el 60% de las pymes y medianas empresas en Chile, donde el flujo de caja no aguanta más y la probabilid­ad de nuevos negocios y proyectos en marzo, es baja, dadas la contracció­n de la economía y las perspectiv­as que los mismos empresario­s están visualizan­do.

La clave de estas vacaciones es hacer caja pronto, más aún cuando los bancos locales han rigidizado sus políticas de riesgo debido a un incremento importante en sus tasas de morosidad y han contraído el crédito, porque conocen estos ciclos económicos donde hay pocos negocios y muchos se pelean las escasas oportunida­des que ofrece el mercado.

Este 2017 será otro año perdido. Deberemos seguir sobrevivie­ndo, tal como mencionaba un destacado empresario del sector minero al que luego de preguntarl­e cómo le fue el año pasado, me respondió: “mal, pero estamos bien”. Ante mi expresión de duda, explicó: “Mal en los ingresos, mal en los márgenes, pocos negocios, los bancos apretados, ciclos de pagos largos, pero estamos bien porque hemos logrado sobrevivir despidiend­o un 30% de la fuerza laboral para lograr el equilibrio de la operación”. Eso duele, sin duda, y no es del Chile que queremos.

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