Adaptación a los riesgos climáticos
Señor director:
En medio de incendios y aluviones el hablar de riesgo resulta recurrente. De manera simplificada, un riesgo está dado por la presencia de una amenaza y de la existencia de vulnerabilidad. Las amenazas, al menos las de origen meteorológico y climático (por ejemplo, temperaturas, humedad, viento y lluvia), resultan de imposible control.
La vulnerabilidad es una baja capacidad de los individuos o grupo de ellos (familias, pueblos, villorrios o ciudades) para anticiparse y reaccionar oportunamente frente a las amenazas. La vulnerabilidad aumenta en situaciones de pobreza, aislamiento, bajo nivel de educación, gobierno deficiente, y se acentúa en los menores de edad, lactantes, adultos mayores y otros grupos marginados. Aquí nace la pregunta: ¿Qué está haciendo el país para reducir la vulnerabilidad?
Gobierno, empresas, sociedad civil, universidades, ONG y expertos, tenemos una deuda pendiente con las tareas de adaptación a los riesgos climáticos. Ya no basta saber cuándo y dónde lloverá, ni es suficiente conocer solo las olas de calor que se avecinan. Una actuación ética y responsable, basada en un desarrollo sustentable, justo y equitativo, demanda de ordenamiento territorial y planificación urbana, que no se remita únicamente a la gestión de suelo, sino también a la relación que la sociedad tiene con esté, en particular la población de mayor vulnerabilidad. imposible mezclar el vinagre con el aceite y que a veces por dignidad, frente a tanta indiferencia y desprecio, es mejor y más sano, separar aguas y tomar distancia.