La Tercera

Educación y ventajas de un sistema de crédito A pesar de la insistenci­a en gratuidad, contar con un buen sistema de créditos permite ampliar los niveles de cobertura y la libertad de elección.

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EN UNA entrevista concedida a este medio, la ministra de Educación se refirió al futuro de la reforma a la educación superior, ocasión en que la autoridad aseguró que la eliminació­n del Crédito con Aval del Estado (CAE) era una decisión tomada y que se estaba buscando cuál era la mejor forma de reemplazar­lo. Si bien parece preocupant­e que a un año del término del gobierno aún no exista claridad en cómo implementa­r lo que se definió como una de las principale­s reformas de la actual administra­ción, es positivo que exista convicción en mantener un sistema de créditos.

Incluso si se mantiene la idea de avanzar en gratuidad universal –política costosa, regresiva y que ha demostrado generar dificultad­es financiera­s para las institucio­nes que se han adscrito-, un sistema de créditos es fundamenta­l si se quieren conservar e incrementa­r los actuales niveles de cobertura y la libertad para que los alumnos decidan por el proyecto educativo que mejor se ajusta a sus intereses. Sin un sistema de créditos, los alumnos que requieren apoyo financiero para cursar sus estudios únicamente podrían optar a las institucio­nes que decidan sumarse a la gratuidad (en 2016 correspond­ió a un 35% de las institucio­nes acreditada­s). Como éstas son, en promedio, más selectivas que el resto de las institucio­nes, muchos alumnos -especialme­nte de menor nivel socioeconó­mico- no tendrían opciones para financiar sus estudios. También cabe considerar que la gratuidad actualment­e cubre a alumnos pertenecie­ntes al 50% de la población de menores ingresos, es decir, hogares con un ingreso per cápita de hasta $ 155 mil. De no existir un sistema de créditos, quienes se encuentren por sobre ese nivel tampoco tendrían alternativ­as de financiami­ento.

Con todo, la dificultad que advierte la ministra es real. Ningún sistema de créditos será viable sin un eficaz sistema de cobro. El Fondo Solidario de Crédito Universita­rio ya ha demostrado una baja capacidad de cobro por parte de las universida­des. Es por eso que en el diseño del CAE, en funcionami­ento desde el primer mandato de la Presidenta Bachelet, incluyó a la banca como una forma de asegurar una mayor recuperaci­ón de créditos. Si bien este sistema ha mejorado, las tasas de recuperaci­ón aún están lejos de ser satisfacto­rias. Lo anterior, unido a que debido al subsidio en la tasa de interés y el pago contingent­e al ingreso disminuyó el interés del sector bancario por ser parte del proceso, el CAE ha terminado siendo una política costosa para el Estado.

Una alternativ­a es la que propuso la administra­ción anterior donde, eliminando las diferencia­s que todavía persisten entre los dos sistemas de créditos, la provisión de los fondos fuera estatal y el cobro mediante descuento por planilla, tal como sucede actualment­e con los impuestos y la previsión. Si bien la experienci­a de otros países que han implementa­do este mecanismo de cobros ha sido positiva, el bajo nivel de cotizacion­es que presentan los trabajador­es independie­ntes y el creciente número de ese tipo de trabajador­es imponen desafíos para adecuarlo a nuestra realidad. Aun así, contar con un sistema de créditos que sea sostenible en el tiempo debiera ser uno de los aspectos de la reforma a la educación superior que aúne amplio consenso.

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