Mala gestión de aguas
Señor director:
Por supuesto que en ningún país del mundo sucede lo que por desgracia sucede en Chile. Unos tienen huracanes y ciclones y se preparan en función de ello, protegiendo viviendas, construyendo refugios y aprovisionándose de recursos que aseguren la supervivencia del grupo familiar. Otros registran extensas inundaciones y algunos incendios forestales que ponen en peligro los núcleos urbanos. Después de ello, toman medidas para evitar la repetición de riesgos. Pero ninguno es como Chile, donde le naturaleza exhibe todo el repertorio de fenómenos que ponen a prueba la paciencia y la seguridad de sus ciudadanos, cuestión que se ve agravada por la mala gestión de las empresas de servicios y peor supervisión de los organismos públicos.
Para complicar más este ejercicio, debiésemos señalar que las empresas de aguas están obligadas por mandato de sus casas matrices a obtener las máximas ganancias, reduciendo los gastos en mantenimiento de sus instalaciones, no corrigiendo problemas derivados de anteriores episodios, ni buscando fuentes que aseguren la continuidad del abastecimiento. Así, se transforman en empresas de cobranzas al aplicar las peores penas a los clientes que osan morar en sus pagos mensuales.
El agua pone a prueba la gestión de unos y otros. La abundancia extrema y la ausencia infinita son malas compañías cuando Obras Públicas debe supervisar la construcción de puentes, las infraestructuras de abastecimientos, la limpieza de cauces y protección de orillas; abundancia extrema y ausencia infinita también provocan problemas a las compañías de aguas.
¿Qué hacer? Las alternativas son quitarle la concesión del servicio a Aguas Andinas; cambiar al ministro de Obras Públicas, o ninguna de las anteriores, y seguir aguantando pacientemente la mala gestión de unos y otros.