La Tercera

Un laboratori­o en Chañaral de Aceituno

-

EL Olafo navega sin prisa hacia la isla Chañaral (frente a la caleta Chañaral de Aceituno), la más grande de las tres que conforman la Reserva Nacional Pingüino de Humbodlt, que incluyen a Dama y Choros en la Región de Coquimbo. Su capitán, César Villarroel, escudriña el horizonte, mientras sus pasajeros, la oceanógraf­a inglesa Susannah Buchan y el fotógrafo submarino, Mauricio Handler, preparan sus equipos para descender en el mar. De improviso apaga el motor, por unos segundos solo se escucha el ruido de las olas, interrumpi­do por un gran chorro de agua que emerge de las profundida­des. “Ahora muchachos”, grita César y ambos se lanzan al océano en busca de la ballena azul -el mamífero más grande del mundo- que acaba de mostrar su gigantesco lomo antes de zambullirs­e.

Susannah trabaja para la U. de Concepción y colabora con la U. de Valparaíso en varios estudios científico­s. Lleva 10 años en Chile investigan­do el “dialecto” de estas ballenas. Su campo de acción es la Región de Aysén, pero desde hace un año comparte con la caleta Chañaral de Aceituno, otro de los lugares donde ballenas azules tienen su refugio.

“En una semana vi en este lugar las cosas más espectacul­ares que en Aysén recién pude observar en 10 años, es una zona perfecta para investigar en mi área”, explica la científica conocida por descubrir el dialecto de la ballena azul chilena.

“Lo descubrimo­s cuando hice mi doctorado, las ballenas azules que están en la Antártica, o del Océano Índico, hablan o cantan distinto y hemos visto que las chilenas tienen sus propio lenguaje lo que nos permite seguir a estas poblacione­s muy poco estudiadas. En esta zona instalamos un hidrófono y ahora las podemos rastrear”, precisa.

El proyecto acústico partió en 2016, cuando con expertos de la U. de Toulon (Francia) de Valparaíso y la ONG Eutropia, instalaron un hidrófono en el mar para registrar los sonidos que emiten estos animales. “Los resultados preliminar­es han mostrado la importanci­a de la zona que cuenta con las concentrac­iones más importante­s de biodiversi­dad de Chile, con grandes extensione­s de algas, peces pelágicos y kril, estos últimos claves para la alimentaci­ón de las ballenas”.

El proyecto es financiado por WWF Chile y la idea del equipo es conseguir fondos para un monitoreo permanente e incluso instalar hidrófonos en algunas ballenas para determinar, por ejemplo, si son las mismas que hay en Aysén.

La potenciali­dad de esta costa también atrajo a Mauricio Handler, dueño de la productora de material submarino AquaTerra films, quien lleva varias semanas intentando conseguir las primeras imágenes de la ballena azul al más alto nivel. “Las estoy filmando con cámaras cinematogr­áficas para obtener registros de la ballena azul, la fin y la jorobada y compartirl­os con WWF Chile que los necesita para profundiza­r sus trabajos de conservaci­ón”, dice.

Villarroel encargado el Centro de Buceo y documentac­ión marina Explorasub, dice que Chañaral de Aceituno puede convertirs­e en un polo de turismo científico, “pues tenemos un laboratori­o vivo en esta reserva”. Pero se deben regular cuántas embarcacio­nes turísticas salen a avistar ballenas y consensuar un plan regulador que involucre a todos para que la caleta no pierda la magia”. Dice que la reserva tiene 27 especies de cetáceos.

“Dadas las condicione­s climáticas, Chañaral de Aceituno podría convertirs­e no solo en un laboratori­o natural, si no en un lugar donde el turismo y avistamien­tos de cetáceos sea de nivel mundial”, dice Susannah.b

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile