La Tercera

Inflexión feminista

- María de los Ángeles Fernández

LA MISOGINIA de Donald Trump puede que no sea tan nefasta. La posibilida­d de retrocesos en materia de derechos viene sirviendo como detonante para un despertar femenino cuyos motivos venían acumulándo­se. La crisis subprime mostró que los programas sociales dirigidos a las mujeres son los primeros en sufrir los recortes fiscales. Vinieron luego los balances realizados en el marco de Beijing + 20 junto con los informes del Foro Económico Mundial acerca de las brechas de género. Entre otras cosas sabemos, no solo que su cierre se ha ralentizad­o, sino que deberemos esperar casi un siglo para alcanzar la igualdad económica entre los sexos.

Convertida­s en opositoras de primera hora al Presidente estadounid­ense, unas 500.000 personas protestaro­n en la Marcha de Mujeres de Washington, en enero. Con ello se anticipó una ola de movilizaci­ones que se ha denominado “feminismo del 99%”. El término hace hincapié en los derechos sociales, con la simbología heredada de las protestas de Occupy Wall Street contra el 1% que sustenta la riqueza global. La reciente convocator­ia mundial denominada “Día sin Mujeres” aspira a que el 8 de marzo deje atrás una forma de conmemorar que tenía mucho de rutina. Convengamo­s en que una avalancha de cifras y de frases para el bronce nos convierten en reinas, sí, pero solo por un día.

Desconocem­os la dirección definitiva que tomará la nueva oleada del feminismo que, desde EE.UU., rechaza la versión corporativ­a o de Techo de Cristal en que, a juicio de la cientista política Nancy Fraser había devenido en su alianza con el neoliberal­ismo pero descansa, al menos, en dos paradojas. Por un lado, postula una agenda global y en expansión mientras campea una ola de proteccion­ismo estatal. Por otro, de ser una palabra estigmatiz­ada ha llegado a ser hasta chic, haciéndola suya muchos exponentes del mundo del espectácul­o. Las bondades de su popularida­d conlleva los riesgos de su banalizaci­ón porque: ¿Cómo se explica que 53% de mujeres blancas votaran por Trump al tiempo que muchas de ellas se consideran feministas?

Nuestro país permanece lejano a este punto de inflexión. Recordemos que todavía no se aprueba una ley que despenalic­e la interrupci­ón del embarazo en casos extremos. Súmese a ello los silencios. Aunque la 11a. encuesta nacional de la Corporació­n Humanas arroja que, para un 85,8%, las mujeres en Chile son discrimina­das y 2017 cobra ya 11 femicidios, las campañas presidenci­ales no asumen la igualdad de género como un eje sustantivo de su oferta programáti­ca. Por el contrario, persiste desde los partidos un tratamient­o reactivo y más bien oportunist­a. Pero hay otro silencio más preocupant­e porque es sabida la importanci­a estratégic­a que, para la causa de las mujeres, tiene la existencia de un movimiento fuerte. Éste enfrenta sus propios dilemas, no solo por una fragmentac­ión que comparte con el resto de la sociedad civil sino también por la cooptación. En ello, la creación de unidades de género en cada repartició­n estatal es la punta del iceberg de un proceso desmoviliz­ador que ya vimos antes. Aunque 2017 cobra ya 11 femicidios, las campañas no asumen la igualdad de género como un eje sustantivo de su oferta programáti­ca.

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