Venezuela a cuatro años de la muerte de Chávez El evidente agotamiento del modelo impuesto por el fallecido gobernante exige una pronta rectificación antes de que derive en un estallido social.
EL 5 DE marzo pasado se conmemoraron cuatro años de la muerte del ex presidente de Venezuela Hugo Chávez. Un hecho que el actual gobierno de Nicolás Maduro se preocupó de recordar con actos especiales que coincidieron con la XVI cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (Alba) fundada por el propio Chávez como un espacio para impulsar su autodenominado Socialismo del Siglo XXI en la región, y con foros de debate sobre la figura del fallecido mandatario. El aniversario, sin embargo, no solo encuentra al bloque en su peor momento, como demuestra el giro experimentado por la región en los últimos años y cuya última evidencia es la ventaja del candidato opositor para la segunda vuelta electoral del 2 de abril próximo en Ecuador, sino que también se da en momentos en que la propia Venezuela atraviesa la peor crisis económica, política y social de su historia a causa del fracaso del modelo impulsado por el propio Chávez.
Durante los actos de conmemoración del aniversario de muerte del ex mandatario tanto Nicolás Maduro como el ex presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, insistieron en el “amor” que según ellos los venezolanos siguen profesando hacia Chávez en un evidente intento por reforzar su culto a la personalidad. Pero lo cierto es que hoy el ex gobernante está lejos de contar con el respaldo mayoritario de los venezolanos, que ven en su figura a uno de los grandes responsables de la crisis que hoy vive el país. Un reciente sondeo de la empresa Datanálisis mostró que solo un 17% de los consultados dijo “amar” al fallecido presidente y, su sucesor, quien además fue ungido en vida por el propio Chávez como su delfín, apenas cuenta con un 18% de respaldo. A ello se suma que 9 de cada 10 venezolanos perciben negativamente el rumbo que sigue el país y un 77% de los jóvenes de entre 18 y 21 años reconoce que se iría de Venezuela si tuviera la oportunidad.
Un descontento que responde a la grave situación que atraviesa el país y que tiene su origen en el sistema impuesto por el fallecido gobernante. Durante años el alto precio del petróleo permitió sostener un régimen basado en las prebendas y el clientelismo, que limitó el espacio para la iniciativa individual, aumentó la presencia del Estado en la economía y de paso coartó libertades individuales y copó las instituciones del Estado. Sin embargo, tras su muerte y el desplome de los valores del crudo el modelo ha dejado aún más en evidencia sus profundas debilidades, las que se agravaron por un gobierno que no ha contado con las competencias necesarias para hacer frente al nuevo escenario. Las actuales autoridades han sido incapaces de hacer los ajustes necesarios y tienen al país al borde del colapso, con una inflación proyectada para este año por el FMI de 1.600%, graves problemas de abastecimiento y una caída del PIB que el año pasado bordeó el 20%.
La pérdida de respaldo del régimen a cuatro años de la muerte de Hugo Chávez da cuenta del evidente agotamiento del modelo, lo que exige una urgente rectificación y un esfuerzo real por encontrar una salida democrática a la actual situación, antes de que la tensión acumulada por la crisis económica y política termine derivando en un estallido social.