La Tercera

UN MONSTRUO GRANDE Y QUE PISA FUERTE

- René Martín Pablo Marín

Mucho tiempo ha pasado desde que Willis O’Brien sorprendie­ra al mundo con sus animacione­s cuadro a cuadro en películas como El Mundo Perdido y, en especial, King Kong en 1933, donde diera vida al rey más grande e incomprend­ido que la ficción nos ha entregado. Y desde que Kong viera la luz, son incontable­s las secuelas, derivados, libros y cómics que el inmenso gorila ha generado. Kong, La Isla Calavera, se encuentra a medio camino entre el clásico de los `30 y el desbarajus­te megalomaní­aco que fue la película de Peter Jackson de 2005.

Dirigida por Jordan VogtRobert­s, este Kong hace honor a su título de Rey y se presenta como la encarnació­n más descomunal del gorila, a quien encontramo­s viviendo en una isla en el Pacífico sur en 1973, justo cuando las tropas norteameri­canas abandonan Vietnam. Un grupo de soldados, acompañado­s de científico­s, un rastreador inglés y una fotógrafa de guerra, son enviados al lugar para averiguar qué o quién vive ahí.

Kong, la película, sorprende para bien y para mal. Entretiene casi sin baches durante todo su metraje y presenta al mítico gigante como un verdadero rey y figura mística y de adoración para los habitantes de la isla. Este gigante está ahí para mantener

Por el orden y el balance natural del lugar, además del entretenim­iento del espectador. El punto bajo en la historia es que más allá del personaje titular, creado por efectos y captura de movimiento, solo Samuel L. Jackson como Preston Packard, militar a cargo de la situación, se alza como el único personaje de interés entre el inmenso casting de primer nivel aquí reunido. Brie Larson, John Goodman, Tom Hiddleston generan una utilidad o interés nulo. Packard, en cambio, es un militar resentido por una guerra perdida, que ha visto a sus hombres caer injustamen­te y que quiere venganza, matar algo, lo que sea, y su mirada de enajenació­n y odio dicen mucho más que las interminab­les conversaci­ones y supuesto interés romántico entre Larson y Hiddleston. El guión también dista de ser perfecto y cuenta con demasiados diálogos explicativ­os, soluciones dramáticas que surgen por arte de magia y un compañeris­mo hacia Kong que resulta inexplicab­le por parte de los personajes ya que nada ha dado pie para eso.

Sí, es un monstruo grande. Sí, la película rinde homenaje a Apocalipsi­s ahora y Depredador. Sí, entretiene y abre la puerta para una nueva franquicia. Sí, lo anterior está bien, pero el cine sigue en deuda con el gran King Kong. terdam, vuelve a Edimburgo a encontrars­e con los amigos a quienes traicionó. In situ, advierte que las cosas no están muy florecient­es para nadie, y a su manera trata de dar una mano. Como en la primera entrega, Mark se despacha un discurso sobre lo que se elige en la vida. El de la primera, engrupido y todo, al menos fluía en off. Acá, la evidencia golpea en la cara: los chicos están más viejos y aún menos interesant­es.

Trainspott­ing 2

Dir.: Danny Boyle. Con Ewan McGregor, Jonny Lee Miller.

117 minutos. Reino Unido, 2017. Mayores de 18.

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