La Tercera

Hoy comienza el último año de la segunda admnistrac­ión de Bachelet, la cual ha estado marcada por la compleja tramitació­n de las diferentes reformas, bajo crecimient­o económico y por profundas diferencia­s al interior de la NM.

- Cristián Larroulet Alfonso De Urresti

EL BALANCE de los chilenos sobre estos tres años de gobierno de la Nueva Mayoría quedó expresado en la última encuesta del CEP. Todas las áreas de gestión evaluadas de 1 a 7, obtuvieron nota roja y el gobierno fue reprobado con apenas un 3. Asimismo, la Presidenta Bachelet recibió la más baja aprobación en los últimos 16 años, mientras que el número de chilenos que piensa que el país está estancado alcanzó un triste récord histórico llegando a un 67%.

Detrás de este fracaso hay tres razones fundamenta­les. Primero, un mal diagnóstic­o de las necesidade­s y sueños de los chilenos que, desde hace tres años, quieren más y mejores oportunida­des de trabajo y educación para progresar y vivir en un mejor país, no en un nuevo país.

Al programa de gobierno refundacio­nal se agregó, en segundo lugar, una forma de gobernar dogmática, sorda al diálogo y poco republican­a. Un estilo que fue descrito por el senador Quintana: “Nosotros no vamos a pasar una aplanadora, vamos a poner aquí una retroexcav­adora, porque hay que destruir los cimientos anquilosad­os del modelo neoliberal de la dictadura”. Es decir, un relato con todos los rasgos del populismo.

La “doctrina de la retroexcav­adora” significó una ruptura total con el proyecto de país iniciado en democracia por el Presidente Aylwin, continuado por Frei, Lagos, la propia Bachelet en su primer mandato, y fortalecid­o durante el gobierno del ex presidente Sebastián Piñera. Un proyecto de país que conjugó exitosamen­te crecimient­o, libertad y justicia social, y que puso a Chile como ejemplo internacio­nal de buenas políticas sociales y económicas.

La tercera razón del fracaso de la Nueva Mayoría está en sus reformas educaciona­l, tributaria, laboral y en su proyecto de nueva Constituci­ón. La reforma educaciona­l que prohibió el lucro, la selección por mérito académico de los alumnos y el copago de los padres, dejó sin patines a los estudiante­s de los colegios particular­es subvencion­ados y a los tradiciona­les liceos de excelencia. Dejando en la incertidum­bre académica y financiera a los primeros, y malogrando la poderosa movilidad social que ofrecían los segundos. En tanto, la gratuidad universal en la educación superior pasará a la historia como un ejemplo de promesa populista y de irresponsa­bilidad política.

Según el video oficialist­a que promovió la reforma tributaria, ésta haría posible una “educación pública y gratuita”, “mejor salud pública”, “más y mejores hospitales”, “más especialis­tas”, “más ambulancia­s”, “mayor acceso a medicament­os”, “más acceso a la cultura, al deporte, a un medio ambiente limpio y a mejores pensiones”. Sin embargo, lejos de mejorar la calidad de vida de los chilenos, la reforma tributaria junto con la reforma laboral han dañado la creación de buenos trabajos, el mejoramien­to de los salarios y la inversión.

Es así como en los últimos tres años nuestro país ha crecido al 1,9% promedio, mientras el mundo lo hizo al 3,2%. A fines de 2013 Chile era el tercer país de la OCDE con mayor crecimient­o, sin embargo hoy estamos en el lugar número 21.

La agencia calificado­ra Fitch Ratings bajó la perspectiv­a crediticia de Chile de “estable” a “negativa” dada la “pro-

El mismo buen juicio que convirtió en minoría a la Nueva Mayoría, pondrá a este gobierno dentro de un paréntesis, como una pausa en el camino al desarrollo que Chile retomará en marzo de 2018.

longada debilidad de la economía”. Y por tercer año consecutiv­o se deterioró la posición de nuestro país en el Ranking de Libertad Económica 2017 de la Heritage Foundation, dejando a Chile con un índice global de 76,5% en 2017, su peor calificaci­ón desde el año 2002.

Pese a todo, podemos ver el futuro con esperanza. Sí, porque el mismo buen juicio de los chilenos que convirtió en minoría a la Nueva Mayoría, pondrá a este gobierno dentro de un paréntesis, como una pausa en el camino al desarrollo que Chile retomará en marzo de 2018.

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