La Tercera

Ojo con el remedio

- Felipe Bianchi Leiton.

El fútbol es, ante todo, rendimient­o. Y actitud. Como en toda actividad, la mezcla entre productivi­dad y conducta, entre acción y expresión, definen tanto a la figura principal como a la de reparto.

Convengamo­s, en esos marcos, que Alexis Sánchez pasa hoy por un momento complejo en Londres, aunque harto exagerado en sus dimensione­s. El tocopillan­o está en la mejor liga del mundo (con distancia apreciable sobre el resto), en una de las tres ciudades más importante­s del planeta, ganando un sueldo fabuloso, en uno de los equipos de mayor tradición de Europa y, además, es catalogado como la estrella máxima del plantel. No es poco.

Para poner las cosas en su sitio, su fenomenal historia, iniciada en 1886, los Gunners han ganado 40 títulos en su país (incluyendo 13 campeonato­s de liga y 12 Copas de Inglaterra) y dos títulos internacio­nales. Pasen por el momento que pasen, están ubicados en un cajón mucho mayor que el Sevilla, el Atlético de Madrid, el Paris Saint Germain, el propio Manchester City o cualquiera de los clubes rusos o chinos que aparecen como posibles soluciones para el chileno. Uno entiende los parámetros emocionale­s del hincha local, pero darle validez a quienes piden que Sánchez “arranque cuanto antes del Arsenal porque le hace mal estar ahí, porque le queda estrecho” suena a burrada. El primer club de Londres que consiguió llegar a la final de la Champions, el dueño del soberbio Emirates Stadium, el que posee una de las hinchadas más numerosas del mundo y que acaba de ser calificado, por la revista Forbes, como el quinto club más poderoso del planeta, no puede ser un mal escenario. Para nadie. De hecho, en la comparació­n la Juventus también queda por abajo. ¿Cuál sería el único club de la larga lista de aspirantes realmente superior a los gunners en el mapa mundial? El Real Madrid. Pero hay dos detalles: hasta aquí los merengues no han hecho una oferta seria por Sánchez y, si parte, ya no sería la máxima estrella del equipo y tendría que luchar con James Rodríguez, Benzemá, Cristiano Ronaldo, Gareth Bale y hasta con Morata para ser titular…con muchísimas posibilida­des de no serlo, como ocurrió en el Barcelona. Ese club que, supuestame­nte, sí estaba a su altura.

Mantengamo­s las proporcion­es. Está en un gran lugar, Alexis. Rodeado de jugadores que no son, de modo alguno troncos. ¿Mertesacke­r y Ozil, campeones del mundo, son malos? ¿Santi Cazorla, Giroud, Walcott, Welbeck, son basura? Por favor. Es bueno ser cariñoso con los nuestros, pero no es necesario mostrar la horrenda hilacha chauvinist­a. Hay un tema con el técnico Wenger, sin duda. Mucho tiempo tocando la misma tecla termina por desteñir a cualquier pianista. Y si me apura tamen

bién hay un tema con Ospina, un arquero que no da, precisamen­te, seguridad. Pero no hay que ponerse tan nerviosos ni hacer tanto escándalo. Quiera o no quiera seguir, el escenario de Sánchez en Londres es hoy bastante mejor de lo que parece. Está mudando la piel el Arsenal y salir arrancando justo ahora puede ser un remedio mucho peor que la enfermedad, botando a la basura el mejor trampolín que ha tenido el chileno en toda de su carrera.

¿La actitud? Es un tema a trabajar. Esa compulsión de Alexis por recibir siempre la pelota, por sentir que todo tiene que pasar por él -y el amurramien­to evidente cuando eso no ocurre- son parte de su definición como jugador, parte de su plus… pero también su más evidente freno, su mochila. Le pasó en River, le pasó en la Selección, ahora en el Arsenal. El fútbol es un juego de conjunto. Y salirse de esa lógica sólo puede generar enemigos. En esos límites, hasta el olvido de pagar los impuestos revelan dosis de egoísmo que hay que corregir cuanto antes. Se lo digo de otra forma: hasta Pirulete terminó siendo odiado una vez por Guatón, Palmatoria y Torito cuando se puso creído y leso. La buena noticia es que Mister Pipa, Guido Vallejos y hasta el cabo Matamala supieron corregirlo a tiempo.

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