La Tercera

Estructura del sistema educaciona­l

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Señor director:

Expertos han planteado reparos frente a aplazar el cambio de estructura en el sistema escolar, que consiste en disminuir la educación básica hasta 6° básico y ampliar la educación media de 7° a IV medio. Existen múltiples criterios curricular­es, pedagógico­s y de gestión para promover este cambio, pero quisiera alertar de una variable que se tiende a omitir: el mercado.

El sistema educaciona­l chileno funciona bajo un sistema de vouchers, donde el Estado financia a los alumnos, y tanto colegios públicos como privados compiten por los recursos. Los privados le han ganado sistemátic­amente participac­ión de mercado al sector estatal. La literatura nacional ha mostrado que en la elección de colegios, la distancia al establecim­iento tiene un peso prepondera­nte. Los padres mencionan sistemátic­amente la distancia al colegio como el factor más influyente mientras más pequeños son los niños.

Según el Mineduc (Estudios de Políticas Educativas, 2015) en Santiago los alumnos viajan alrededor de dos kilómetros para ir a una escuela básica o a un colegio subvencion­ado. Pero esto cambia dramáticam­ente en la educación media, donde los liceos son pocos y se encuentran alejados de los hogares. En Santiago los alumnos viajan 4,5 kilómetros para ir a un liceo, en tanto solo 3,6 kilómetros para ir a un colegio subvencion­ado. Una de las mayores fugas de alumnos de establecim­ientos públicos a privados se encuentra justamente en la transición de educación básica a media; esto se debe en parte a las mayores distancias de viaje.

Ampliar la educación media hasta 7° básico, sin cambios de infraestru­ctura, implicaría un golpe importante a la competitiv­idad del Señor director:

El domingo se publicó una columna de Pablo Ortúzar titulada como esta carta, en la que denomina a quienes hemos criticado el Manifiesto por la República como hedonistas aislados. Creo necesario hacer algunas apreciacio­nes.

Adam Smith planteaba que no podíamos esperar el pan de la generosida­d del panadero, sino de su interés propio. Podríamos, con esta afirmación, plantear que el liberalism­o defiende una noción del ser humano más bien egoísta. Pero el mismo Smith pregona que el sujeto individual también es capaz de sentir empatía por los demás y ser generoso. Otros pensadores liberales han argumentad­o de manera similar: Voltaire sostuvo que la acción humana se sustentaba en dos móviles: el amor propio y la compasión.

Si esta es la condición humana que todo liberal defiende, ¿por qué un hedonismo individual vendría a minar la constituci­ón de un proyecto social compartido? Si el hedonismo se entiende como la búsqueda del placer, ¿por qué dicha búsqueda se opondría a los dictados de una comunidad de individuos que desean el placer y la

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