La desconocida ruta del arte abstracto en Chile sale a la luz
El Centro Cultural La Moneda exhibe La revolución de las formas: 60 años de arte abstracto en Chile, una muestra que reivindica la obra de más de 40 artistas fascinados por el espacio, la forma y el color.
Candidata eterna al Premio Nacional de Arte, Matilde Pérez fue una de esas artistas que dedicó su vida a una obra personal, alejada totalmente de las convenciones, modas y cánones del arte. Se intuía que su perseverancia y talento -que la hicieron pionera del arte cinético en el país- merecían un reconocimiento mayor; sin embargo, en 2014 murió a los 94 años, sin recibir el galardón estatal. En los últimos años, eso sí, gozó de una inesperada valoración internacional que se vio enmarcada por el auge que experimentó el arte abstracto geométrico alrededor del mundo. En 2007, la obra de Pérez llegó al Museo Reina Sofía de Madrid, en 2010 tuvo una retrospec- tiva itinerante en París, Berlín y Sicilia, y en 2012 la Feria Pinta de Londres le rindió un homenaje. Fueron los últimos destellos de una artista que en su época de mayor producción, entre los años 50 y 60, no fue reconocida por el medio chileno.
Tras la figura de Matilde Pérez, hay una larga lista de creadores que como ella cultivaron una fascinación por el espacio, las formas y el color, en tiempos en que la figuración y la representación de la realidad eran aún lo que primaba en las Escuelas de Arte. Artistas como Ramón Vergara Grez (19232012), Gustavo Poblete (1915-2005), Elsa Bolívar (1930), Claudio Girola (19231994), Ennio Iommi (19262013), Carmen Piemonte (1930) e Ivan Vial (19282016) fueron los exponentes de un movimiento que tuvo, en términos de mercado y coleccionismo, poca influencia, y que hoy es destacada en la muestra La revolución de las formas: 60 años de arte abstracto en Chile que se inauguró esta semana en el Centro Cultural La Moneda (CCPLM). La exposición reúne a 42 creadores, con más de 200 piezas, entre pinturas, esculturas, collages y fotografías.
Curada por el historiador del arte y director de la Escuela de Arte de la U. Diego Portales, Ramón Castillo, la muestra funciona como una cartografía del movimiento abstracto, pero individualiza la obra de cada creador en su propio universo personal. Aunque en los últimos 15 años se ha rescatado la obra de ciertos artistas como Claudio Girola o Gustavo Poblete, y se han montado exhibiciones colectivas impulsadas por investigadores como Ernesto Muñoz o Carlos Navarrete, la exposición en el CCPLM se alza como una de las de mayor envergadura en una vitrina masiva y tiene la expectativa de llegar a miles de personas. “Es una exposición ambiciosa, que tiene una narrativa integradora de artistas que si bien trabajaron dentro de un mismo movimiento, muchos no se relacionaron ni expusieron juntos. La mayoría de estas obras estaban abandonadas, arrumbadas en las bodegas y entretechos de los artistas y no habían visto la luz; otras han sido rescatadas en los últimos años por coleccionistas que entendieron el gran valor que tienen, y la minoría pertenece a instituciones públicas”, cuenta Castillo.