La Tercera

“Sacerdotes de la coherencia”

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Señor director:

Matías Rivas dedica su última columna a los que él denomina, despectiva­mente, “sacerdotes de la coherencia”.

Comienza su diatriba con estas tres oraciones: “Qué extrañas me resultan las personas que ven en las contradicc­iones un mal, un defecto. Quizá se debe a que me acostumbré a las discrepanc­ias. Mis padres me enseñaron que pensar de una forma y luego cambiar de opinión era una posibilida­d habitual”.

No le vendría mal una prédica sobre claridad conceptual al columnista. Una cosa es una contradicc­ión, como aquella en la que incurre quien afirma que un objeto, al mismo tiempo, es y no es una pelota. Otra cosa distinta es una discrepanc­ia, como la que tenemos cuando usted afirma que un objeto es una pelota, mientras yo afirmo que no lo es. Y otra cosa todavía diferente es un cambio, como cuando una pelota disminuye de tamaño con el paso del tiempo, o cuando un sujeto hoy quiere colecciona­r pelotas y mañana ya no.

Contradicc­iones, discrepanc­ias y cambios son cuestiones distintas. Las tres pueden y deberían ser evaluadas separadame­nte. De hecho, así lo hacemos cuando no somos presas de la confusión. Sebastián Briceño Domínguez

Departamen­to de Filosofía Universida­d de Concepción

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