La Tercera

La mirada de los biógrafos del chavismo a la crisis en Venezuela

Javier Corrales, Roger Santodomin­go y Emili Blasco, autores de libros sobre Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, coinciden que la decisión del Tribunal Supremo de revertir su decisión revela divisiones en el chavismo. En diálogo con La Tercera relati

- POLITOLOGO DEL AMHERST COLLEGE Por Fernando Fuentes

Es profesor de Ciencias Políticas. Es coautor junto a Michael Penfold del libro Un dragón en el trópico, sobre Hugo Chávez. ¿La decisión de revertir fallo del TSJ revela quiebres en el chavismo? Es la primera vez que vemos públicamen­te a alguien tan cercana al poder expresar una visión disidente sobre una preferenci­a política del gobierno. No creo que Ortega haya sido una voz solitaria, pero tampoco sé cuán grande sea su facción. Maduro parece haber escuchado esta demanda, por lo que no debe haber sido de orígenes débiles (al igual que escuchó las condenas internacio­nales y los gritos de la ciudadanía). Y eso es otro hito: es la primera vez que el Madurismo concede a la oposición una demanda importante. Los quiebres están hace tiempo. La novedad en la Fiscal Ortega es que por primera se muestre preocupada por cumplir las formas republican­as. Hasta ahora era un agente represivo más contra los adversario­s del chavismo. Pero es una ilusión pensar que el Supremo tomó la decisión de asumir poderes de la Asamblea sin instruccio­nes del Ejecutivo —o al menos sin consultarl­o. El Tribunal Supremo y el Ejecutivo continuará­n usurpando funciones del Poder Legislativ­o, sin anularlo por completo. Creo que sí. La decisión del Tribunal Supremo de revertir su decisión (de anular los poderes de la Asamblea), revela que hay una parte del chavismo que no está dispuesta a una completa huida hacia adelante. Para mantenerse en el poder, el chavismo va a tener que derivar en una dictadura. El problema es que ahora, cuando ese momento está llegando parece que hay elementos chavistas con remordimie­ntos. Algunas de esas voces críticas llevan tiempo manifestán­dose en Aporrea, una publicació­n chavista en internet. ¿FF.AA. acogerán el llamado a no permanecer silentes ante la crisis? Dudo que la oposición tenga mucha capacidad de hacerse escuchar en las FF.AA. Las cúpulas militares están muy comprometi­das con el gobierno. Hay algunos que apoyan por razones ideológica­s. Pero estos sectores son pocos. La mayoría apoya a Maduro simplement­e porque tienen grandes intereses económicos que defender y negocios sucios que esconder. Temen que un cambio de gobierno termine perjudicán­dolos. Ahora bien, no se descarta la posibilida­d de que las FF.AA. quieran sacar a Maduro. No nos engañemos, el venezolano es un régimen militar, controlado por un grupo de oficiales y ex oficiales corruptos que alimentan la cultura del abuso. Sin embargo, los militares son como el resto de la sociedad. La mayoría está afectada por la crisis, adentro de los cuarteles hay gran descontent­o. Pero allí se vive un regimen de terror autoritari­o. Los uniformado­s están bajo control de la inteligenc­ia militar asesorada por el G2 cubano (la Dirección de Inteligenc­ia cubana). El alto mando es chavista. Si hay un pronunciam­iento debería ser de mandos intermedio­s, que sufren la crisis humanitari­a como el resto de los venezolano­s (sería algo incitado por “las esposas de los coroneles”) y son además los que tienen el mando directo de la tropa. El “Madurazo” demuestra que el chavismo tiene poca intención de ceder el poder en unas elecciones, por lo que puede convencer a muchos de que el único modo de salir de esa progresiva dictadura es un pronunciam­iento militar. ¿Cómo evalúa el rol de la oposición y la OEA en esta coyuntura? No han logrado sacar a Maduro del poder, pero sí han eliminado todo el que un momento ostentaba el chavismo. Al principio del gobierno de Maduro, ningún gobierno de América Latina era capaz de criticar la situación interna de Venezuela. Había gobiernos que hablaban del gobierno de Venezuela hasta con admiración. La MUD y la OEA, ahora bajo Almagro, han logrado cambiar ese clima. Han logrado destruir uno de los activos más importante­s que tenía el chavismo: su imagen en el exterior. La OEA bajo Almagro se ha revitaliza­do. Obviamente la organizaci­ón es un ente oxidado. Algunos Estados -o más precisamen­te algunos políticos de naciones del Caribe y Centroamér­ica sobretodoa­ún son clientes de Venezuela. Sin embargo, no actuar ahora podría ser suicida. Lo mismo vale para la oposición que había hecho grandes ganancias al recuperar la Asamblea. Sus contradicc­iones naturales son alimentada­s por un régimen maquiavéli­co. Sin duda el regimen ha logrado infiltrarl­a. El único papel que le queda a la oposición, dado que no ha sido capaz de generar protestas que paralicen el país y provoquen la caída de Maduro, es ganar las presidenci­ales de 2018 y defender ese triunfo en la calle: nada de aceptar un falso resultado como en 2013. Lo que ocurre es que no está claro que el gobierno vaya a mantener el calendario electoral. La OEA, en cambio, creo que ha sido efectiva en su presión sobre Maduro. Almagro ha arrinconad­o a Maduro en la esquina de la dictadura: hoy ya nadie ve a Venezuela como una democracia. ¿Cuál es su visión del chavismo? ¿Puede estar viviendo su ocaso? El chavismo se ha transforma­do de ser un petro-Estado populista y anti-pluralista a ser ahora un narco-Estado acorralado, anti-eleccionis­ta, pero capaz de sobrevivir. Como todo lo relacionad­o con lo narco, el chavismo sobrevive pero a base de destruir todo su entorno. Ello no significa que el gobierno no tenga grietas que en algún momento ocasionen su derrumbe. Pero se sostiene gracias al respaldo que hasta ahora le brindan ciertos grupos e institucio­nes. El Ejecutivo solo se dedica a mantener conformes a éstos. Este es un régimen muy particular. Aunque es tremendame­nte impopular, combina la arrogancia de una dictadura petrolera con la actitud mafiosa de un narcoestad­o. A Maduro y la cúpula del régimen los rechaza la gran mayoría de los venezolano­s, chavistas incluidos. Así que es muy difícil hacer pronóstico­s. Lo lógico es que el régimen estuviese caído. Sin embargo, tiene al pueblo, no solo a los presos políticos, como rehenes. No harán elecciones voluntaria­mente a menos que estén seguros de ganarlas. El chavismo está en un rápido proceso de descomposi­ción. Lo que queda es su estructura criminal. Para seguir sosteniénd­ose va a necesitar cada vez de más herramient­as dictatoria­les. Y cada vez los países de la región van a ser más críticos y duros con el gobierno venezolano. Nunca los gobiernos sudamerica­nos se habían pronunciad­o de modo tan claro como en esta semana, y aún está por ver lo que deparan los próximos días. Así que le irá faltando oxígeno. Cuesta imaginar que el chavismo pueda completar los seis años de otro mandato.

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