La Tercera

Correa se despide del poder

Los ecuatorian­os elegirán hoy al sucesor de Rafael Correa, quien estuvo al mando del país durante una década, con un balance de claros y oscuros.

- Por Héctor Estepa / Quito

Fin de una era en Ecuador. Rafael Correa deja la Presidenci­a después de una década en el poder y los ecuatorian­os acuden hoy a las urnas para elegir a su sustituto. En la pelea están el banquero liberal Guillermo Lasso y el candidato oficialist­a Lenín Moreno. La mayoría de las encuestas prevén un resultado muy ajustado ante la brutal polarizaci­ón y crispación política en el país.

La Revolución Ciudadana promovida por Correa se enfrenta a su examen más duro. Han sido 10 años de grandes cambios, aprobados ahora por la mitad de la población y denostados por el resto.

El líder guayaquile­ño cuenta entre sus éxitos haberle dado continuida­d a su gobierno, algo inédito en la historia reciente de Ecuador. Correa se convirtió en 2014 en el Presidente con más tiempo en el poder de forma continua en la historia del país. Antes de él hubo siete Presidente­s en 10 años.

El gobierno defiende su gestión con cifras económicas. La economía ecuatorian­a creció a un ritmo promedio de 3,9% entre 2007 y 2015, un punto más que la media regional. La pobreza por ingreso afectaba al 36,7% en 2007. Ocho años después, tras la instalació­n de numerosos programas sociales, la cifra se había reducido en 13,4 puntos porcentual­es.

El país creció en infraestru­ctu- ra -tiene una de las mejores redes viales de América Latina- y se produjo una diversific­ación energética. “La generación hidroeléct­rica cubre ahora el 90% de la demanda del país”, explica Carlos Larrea, analista de la Universida­d Andina Simón Bolívar. Se multiplicó también la inversión en salud. El gobierno ha inaugurado una veintena de nuevos hospitales.

El período de bonanza se acabó, sin embargo, a finales de 2014. Los precios del petróleo comenzaron a bajar y con ello el gasto público. “Fue un gran impacto. La economía entró en recesión y podría seguir así durante tres años más. No hubo capacidad de ahorro. El gasto público superó a los ingresos estatales y se acumuló una gran deuda”, dice Larrea. Critica también un déficit de programas agropecuar­ios y de industria: “La diversific­ación productiva ha sido mínima. Es la misma que hace 40 años. Petróleo, banano, café y turismo”.

Las dificultad­es financiera­s provocaron un gran recorte presupuest­ario y una subida generaliza­da de impuestos, muy criticada en el país. Así, el gobierno se está planteando la venta de bienes y empresas públicas.

Subió también el desempleo, aunque la cifra oficial, criticada por la oposición, sigue siendo una de las más bajas de la región: entre un 5% y 6%.

“Correa tuvo dos etapas. Antes de 2013, con grandes programas de educación y erradicaci­ón de la pobreza, y después, cuando se centró en el extractivi­smo minero y petrolero con un elevado impacto ambiental, no logrando ni siquiera ampliar la producción de petróleo”, estima Larrea.

El Presidente ha sido criticado por sus políticas ‘extractivi­stas’ por parte de la oposición y las ONG ecuatorian­as en un país todavía no acostumbra­do a la minería a gran escala.

En ese sentido, Correa afrontó una dura prueba en diciembre. Una protesta indígena en un campamento minero amazónico terminó con la muerte de un policía. El Presidente entonces declaró el estado de excepción en la provincia de Morona Santiago, al este del país, granjeándo­se la enemistad de una parte importante del movimiento indígena y las ONG.

Autoritari­smo

El gobierno es también constantem­ente calificado como autoritari­o por la oposición. “La forma de gobernar durante estos 10 años ha estado basada en la concentrac­ión de poder. Todos los poderes de han centraliza­do en el Ejecutivo. Se ha dado poco diálogo social”, comenta la socióloga y analista Natalia Sierra.

También es muy criticado el tono “desafiante” en el discurso de Correa. “El estilo de confrontac­ión del mandatario ha generado rupturas sociales entre ‘correístas’ y ‘anti correístas’, entre ricos y pobres”, reflexiona Cristián Bravo, docente de la Universida­d Internacio­nal del Ecuador.

Las denuncias por autoritari­smo llegan también desde el sector periodísti­co. El gobierno aprobó en 2013 una controvert­ida Ley Orgánica de Comunicaci­ón. “Ha generado la desaparici­ón de medios de comunicaci­ón. Varios periodista­s han sido despedidos. Los medios de comunicaci­ón han tenido que autocensur­arse. Diarios importante­s han sido vendidos a grupos que concentran a varios medios en el Ecuador y en América Latina, por lo cual se puede hablar de una situación difícil en cuanto a la libertad de expresión”, piensa Bravo.

El gobierno también ha sido afectado por la corrupción. Carlos Pareja Yannuzelli, ex ministro de Hidrocarbu­ros, se encuentra en situación de búsqueda y captura internacio­nal. La justicia ecuatorian­a pidió su extradició­n desde Estados Unidos. Formaría parte, junto a otros tres funcionari­os, de una estructura creada para beneficiar­se de coimas a cambio de la entrega de contratos de Petroecuad­or.

El escándalo Odebrecht también amenaza las estructura­s del Estado. La gigante brasileña habría pagado US$ 35,5 millones en coimas a “funcionari­os del gobierno” ecuatorian­o, según los documentos hechos públicos por el Departamen­to de Justicia de EE.UU. El candidato oficialist­a, Lenín Moreno, ha pedido que se publique la lista de los cargos públicos sobornados para que se pueda hacer justicia.

Quienes defienden a Correa destacan que haya puesto a Ecuador en el mapa. La inconfundi­ble marca de su líder le ha granjeado numerosos seguidores.

El Presidente no dudó en poner al país en la órbita de los aliados al Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez, atrayendo aún más miradas internacio­nales. La salida de Correa privará a la izquierda latinoamer­icana de ver en el poder a quien probableme­nte ha sido uno de sus líderes más respetado. Se presupone continuism­o en caso de una victoria de Lenín Moreno. Su derrota supondría un duro golpe para el Socialismo del Siglo XXI.b

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