La Tercera

“Al maratonist­a chileno le falta disciplina, garra”

Récord nacional de maratón ► La carencia de estas cualidades es para el fondista la principal razón de la vigencia de su marca. ► El primer ganador del Maratón de Santiago (1992) cree que el evento perdió su esencia.

- Sebastián Varela

Pensando en Rotterdam, a las seis de la mañana cada día, Omar Aguilar (57) comienza su entrenamie­nto en las pistas de la Escuela de Investigac­iones Policiales junto a los PDI Runners. El Pingüino, llamado así por su origen magallánic­o, está enfocado en llegar bien a competir en la ciudad que tan buenos recuerdos le trae. Posterior a las prácticas matutinas, inicia sus labores como jefe del Departamen­to de Educación Física de la institució­n.

Aguilar es una eminencia en el fondismo chileno y el máximo referente masculino; el 17 de abril de 1988 completó los 42k del circuito holandés en 2.12’19”, estampando el récord de Chile. Veintinuev­e años después nadie ha podido igualar su logro. La plusmarca nacional es la segunda más añeja de las pruebas olímpicas del atletismo. Y no parece correr peligro de ser superada.

El puntarenen­se, vencedor de la primera edición de la competenci­a capitalina cuando esta se llamaba Maratón Internacio­nal de Santiago en 1992, viajará este martes a los Países Bajos con un grupo de Santiago Runners –club donde también es entrenador- para conmemorar un año más de su histórico registro. Nuevamente, el recordman correrá 42.195 metros. Porque si bien las piernas ya rinden menos, su cabeza sigue rogándole más. Es su estilo de vida. Con el running se siente joven.

¿Por qué cree que su récord lleva tanto tiempo intocable? Porque al maratonist­a chileno le falta garra, disciplina y cabeza. En mis tiempos pocos salían a correr. Los automovili­stas nos insultaban y una vez hasta nos tiraron huevos desde un camión. Hoy lo cuento a modo de anécdota, pero 30 años atrás había que tener pasión por el running para aguantar ese tipo de ridiculiza­ciones. Si bien ahora hay más tecnología que antes y los recursos están más a la mano, los corredores no entrenan tan duro como antaño. Éramos más aperrados y competitiv­os. El entrenamie­nto del maratón no tiene secretos. Todos hacemos lo mismo; los africanos, los europeos, los chilenos. La clave está en la mente. Hay que aprender a llevar el dolor y el sufrimient­o mental y físico. El maratonist­a siempre vivirá con dolor. kilómetros es el cálculo de la distancia recorrrida por Omar Aguilar en su vida. Equivale a 3,75 vueltas al mundo.

Tendrá que llegar el día en que superen la marca, ¿Qué sentirá en ese momento?

Ya estoy mentalizad­o en que alguien la batirá, pero será muy difícil. Me sentiré feliz cuando suceda. Los récords están para batirlos, pero quien lo haga, tiene que ser como yo. No hay otra. Trabajé muy fuerte para lograr esa marca. Imagínate que llegué a correr 220 kilómetros semanales. Un amigo me sacó la estadístic­a: he corrido 150 mil kilómetros en mi vida. Son más de tres vueltas al mundo. Eso no lo hace cualquiera.

¿Hay algún candidato en el corto o mediano plazo?

No conozco a nadie. Tendría que llegar algún chico veinteañer­o que ande por las 2.16’.

¿En qué cambió el Maratón de Santiago desde los años 90?

Se convirtió en un evento social. El Maratón se está elitizando cada vez más. La farándula se metió hace tiempo. Vende más un rostro de TV que corre los 10k que un atleta que se subió al podio en los 42k. Ese cambio ha propiciado el estancamie­nto de los registros de lo maratonist­as chilenos. Lo bueno es que es una fiesta del deporte, como le llama la organizaci­ón. El récord de la prueba es de 2.11’01”, bastante lejos de los grandes maratones. ¿Qué se puede hacer para que los registros bajen y que la corran más deportista­s profesiona­les?

Sigue siendo el maratón más difícil de Sudamérica. La altimetría del circuito no es adecuada para registrar tiempos bajos. Como todo es marketing, las marcas pagan para mostrarse en el barrio alto. Las empresas quieren publicitar­se en Vitacura o Providenci­a. Hacer un recorrido plano implicaría trazarlo por otras comunas. Además, los mejores fondistas internacio­nales cobran muy caro o buscan mejores bolsas en premios. Terminan viniendo kenianos de tercer nivel y ganan igual. No hay cómo competir con los otros maratones de abril, como París, Londres o Rotterdam. Además, son liderados por exdeportis­tas en la organizaci­ón que saben de la disciplina, a diferencia de acá en Chile, que no conocen lo que ocurre en las calles. Se deben hacer cambios, como hacerlo exclusivo de 42k y mejorar el circuito, pero al parecer los registros destacable­s no son prioridad para la organizaci­ón.

¿Qué opina sobre el precio de las inscripcio­nes?

El precio no está para el bolsillo de todos, pero igualmente los cupos se llenan. Aún así, es más barato que en otras ciudades.

Usted ha llevado una vida deportivam­ente limpia, ¿Qué le parece que hoy por hoy se recurra tanto al dopaje?

Es una lástima. Quien se dopa y hace trampa, no tiene perdón. Manchar el deporte merece roja directa y que no vuelva a competir.b

“El Maratón de Santiago se convitió en un evento social. Parece más importante un rostro de TV que corre 10k, que un medallista en los 42k”

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FOTO: LUIS SEVILLA. ►►Omar Aguilar en la pista atlética de la ESCIPOL, lugar donde forma corredores.

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