Tensión con Bolivia
Señor director:
A propósito de la polémica por la visita no autorizada del ministro de Defensa de Bolivia, Reymi Ferreira, es interesante el porqué de la misma.
Amén del arresto de los militares bolivianos en suelo chileno, la conducta del ministro fue una medición de fuerzas. Mediante su llegada no autorizada quería probar hasta dónde llegaría la determinación de la diplomacia chilena para oponerse. Son este tipo de actos estratégicos los que marcan la pauta en los conflictos diplomáticos y definen quién lleva el testigo.
Alejandro Zauschkevich G.
Señor director:
La crisis bilateral con Bolivia nos está llevando a un escenario cada vez más incierto. Es fácil reconocer que el Presidente de Bolivia está intentando reconstruir una plataforma de apoyo que le permita saltarse la Constitución y desconocer el referéndum que perdió, para presentarse nuevamente a la elección presidencial. El recurso de la crisis con los vecinos es recurrente y conocido.
Lo grave del nuevo paso es que hoy existen otras autoridades que han salido a la arena diplomática a escudar y respaldar a su presidente, que –a imagen de Trump- ha descargado su impotencia a través de twitter, con resultados no muy favorables. Desde la perspectiva de los estados, la distancia para una conversación se alarga cada vez más.
Bolivia ha evidenciado la intención de escalar la crisis para alinear al pueblo detrás de su presidente y rescatar algo de la popularidad que ha perdido. La solución era dar una explicación y recuperar a sus agentes oficiales detenidos, evitándose la seguidilla de insultos que se han proferido contra nuestras autoridades. Pero no han apreciado el cambio de actitud de Chile, que desde la presentación del recurso por el Silala hasta la negación de la visa al ministro boliviano, ha descolocado a la maquinaria boliviana y la impotencia se ha unido al insulto.
Es mejor dejar el incidente en manos de la justicia y no llevarlo por el camino de la intencionalidad del gobierno de generar una crisis. Eso sería una agresión.
Jorge Sanz Jofré En estricto rigor, un funcionario público más dentro del entramado estatal, no quedando los tribunales constitucionales de la región libres de una actitud servil al poder.
Por otro lado, desde la independencia de Estados Unidos, la figura del juez es entendida como un garante, en contra de un poder despótico eventual. El juez desconfía del poder y lo controla. No es un funcionario al servicio de la ley; es, en cambio, un poder ideado como protección del contrato social plasmado en su Constitución, por lo tanto, desconfiado del Congreso y de la presidencia.
Lo anterior explica que mientras en EE.UU. los jueces han dejado sin efecto importantes órdenes ejecutivas por ser contrarias a las libertades constitucionales, la sala constitucional del Tribunal Supremo de Venezuela le da un último golpe a la democracia de su país, instalando a un tirano.
Diego Chacón Wiche -posibles ricos en su teoría- con quienes hacen los conciertos y pagan los tributos -las productoraspara sugerir un incremento del impuesto adicional que pagan estos eventos de un 20% a un 35%, cuando sus gravámenes en Chile y las visas necesarias para su realización son anticompetitivos en algunos destinos de la región y frente a otros mercados, los más caros de Sudamérica.
Se ha logrado avanzar para una industria que ofrece cultura u entretenimiento a casi dos millones de chilenos al año; que lucha por rebajar el alto precio de sus boletos; que sostienen más de 40.000 empleos directos e indirectos, como para que se lancen ideas al boleo como la de aumentar el tributo a nuestra industria.
Jorge Ramírez Arrayás
Académico Facultad de Gobierno Universidad del Desarrollo
Abogado
Gerente gral. Asociación Gremial de Empresas Productoras de Entretenimiento y Cultura