Socialistas a la deriva
LA DECISIÓN de la dirección del Partido Socialista de no realizar la consulta ciudadana a través de la cual elegiría a su abanderado presidencial, y traspasar la decisión al nuevo Comité Central, es una didáctica expresión de por qué hoy existe una brecha de desconfianza, cuando no de indiferencia, entre los ciudadanos y la representación política, pero más profundamente de cómo hoy se entiende que se debe construir un liderazgo.
Una de las razones para suspender la consulta ciudadana es que los dos candidatos con militancia socialista -Insulza y Atria- marcaban poco en las encuestas. El próximo Comité Central elegirá ahora entre un candidato que también marca poco (Lagos) y otro que marca, pero que de pronto puede dejar de hacerlo o estancarse (Guillier). ¿Es bueno Guillier por su posición en las encuestas o porque tiene un programa que identifica a los socialistas? ¿No se debe apoyar a Lagos porque no se comparte su visión o porque no despega en las encuestas? ¿Y si comenzara a despegar habría que apoyarlo?
El drama de un partido que reemplaza su reflexión, y la construcción de su programa y de liderazgos propios, por lo que dicen las encuestas es que queda al desnudo que carece de un proyecto político y, lo que es peor, quizás no le interese tenerlo. Lo principal pasa a ser conquistar o retener el poder, no lograr el poder para llevar adelante un programa. El pragmatismo deja de estar al servicio de un proyecto político y se transforma en el proyecto mismo.
Cuando la ideología pragmática reemplaza al proyecto es lógico que el candidato se elija por encuestas. También lo es que el partido político se vacíe de contenido y se despolitice. Manimponer tener el partido despolitizado es condición de funcionamiento de una política sin proyecto. La consecuencia de esta despolitización al interior de los partidos, incluye el reemplazo de la clásica militancia política por un “militante ficha” (aquel que apenas sabe en qué partido se encuentra pero que es movilizado para las elecciones) y el desplazamiento del dirigente político por el “operador”.
Quienes tuvieron la posibilidad de ver de cerca la reciente elección del Partido Socialista -fenómeno extensivo a otras tiendas políticaspudieron percatarse de que existen dos partidos en uno: un “partido militante” y un “partido clientelar”; este último conformado a partir de redes de índole estatal, municipal o parlamentaria. En elecciones internas el acarreo del “partido clientelar” tiene todas las de ganar e imponer su “mayoría” frente al “partido militante”.
Los partidos políticos son fundamentales para un sistema democrático, pero ciertamente, no partidos despolitizados, sin proyecto, gobernados por encuestas o capturados por redes clientelares. Los socialistas habían dado algunas muestras de vitalidad con su refichaje. El paso siguiente era buscar reconectarse con la ciudadanía y los movimientos sociales. La bajada de la consulta ciudadana ha significado para los socialistas un grave retroceso en la posibilidad de ese reencuentro.
El PS había dado muestras de vitalidad con su refichaje. Pero la bajada de la consulta ciudadana ha significado para el PS un grave retroceso.