La Tercera

Elecciones presidenci­ales en Ecuador El Consejo Nacional Electoral debe actuar con transparen­cia y despejar todas las dudas sobre el proceso electoral en Ecuador. De no hacerlo pondrá en riesgo la legitimida­d del próximo gobierno.

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LA SEGUNDA vuelta de las elecciones presidenci­ales en Ecuador dio cuenta de la polarizaci­ón y la desconfian­za instalada en el sistema político de ese país y adelanta un complejo escenario para él próximo gobierno. Lo primero que se debe despejar es la desconfian­za instalada en el sistema luego de que pese a que tres sondeos a boca de urna dieran, la tarde del domingo, como ganador al opositor Guillermo Lasso y sólo uno al oficialist­a Lenín Moreno fuera éste último finalmente el que se alzó con el triunfo por un estrecho margen de poco más de dos puntos -51,17% de los votos frente al 48,83% de su rival con el 99% escrutado. Una diferencia que equivale a cerca de 300 mil votos y que llevó al candidato opositor a exigir un recuento al Consejo Nacional Electoral e incluso apelar a la OEA para que “se respete la voluntad popular” y se “evite el fraude”. Frente a esto el CNE debe actuar con transparen­cia y claridad, respondien­do a todas y cada una de las denuncias presentada­s. De no hacerlo terminará poniendo en duda la legitimida­d del futuro gobierno.

Pero además de la indispensa­ble claridad que se requiere de parte de los órganos electorale­s del país para despejar toda sombra de duda sobre el proceso, el futuro gobierno de Lenín Moreno deberá hacerse cargo de una nación con un panorama económico muy distinto del que gozó su antecesor, Rafael Correa, durante parte importante de los 10 años que ha estado en el poder. El boom de los precios del petróleo que favoreció la fuerte expansión del gasto público, permitió una alta inversión en infraestru­ctura y ayudó a reducir la pobreza en casi 20 puntos porcentual­es desde 2007 a la fecha, quedó atrás. Hoy Ecuador sufre de una alta deuda pública, que bordea el límite legal establecid­o en ese país y que llega al 40% del PIB, y atraviesa un período de contracció­n económico. El año pasado el PIB cayó 1,7% y, en 2017, la baja será de 2,7%, según el FMI. Un escenario que le dará menos margen de acción al futuro mandatario, quien ha prometido crear 200 mil empleos y diversific­ar la industria petrolera.

Al escenario económico se suma la polarizaci­ón que dejó en evidencia la elección del domingo y que Rafael Correa ha alimentado con su estilo confrontac­ional, su creciente concentrac­ión del poder y su acoso a la prensa que derivó incluso en el cierre de medios. En ese sentido, Moreno ha anunciado un gobierno distinto, insistiend­o permanente­mente en su disposició­n al diálogo y a la búsqueda de consensos, lo que hoy aparece como el único camino para recuperar las confianzas en la sociedad ecuatorian­a. Será importante que el Presidente electo pase ahora de las promesas a los hechos y muestre su verdadero compromiso con el diálogo y dé señales efectivas de cambio, consideran­do que un importante sector de la sociedad ecuatorian­a mostró su rechazo al modelo seguido hasta ahora. Frente a él tendrá una oposición reforzada tras su buen rendimient­o electoral, la que además, de mantenerse unida, podrá actuar como un efectivo contrapeso al oficialism­o que hoy controla no solo el Ejecutivo sino también el Congreso.

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