Educación de calidad II
EXISTE UN un consenso nacional que una de la tareas pendientes en Chile es mejorar la calidad de la educación. Pero pocos son capaces de esbozar qué significa aquello. En mi Facultad, desde hace unos cuatro años, bajo el liderazgo de nuestro exdecano Joseph Ramos, hemos estado trabajando intensamente para mejorar la probabilidad para que estudiantes provenientes de la educación pública puedan acceder a las mejores universidades. Es así como fundamos la Escuela de Desarrollo de Talentos (EDT). En principio, la intención era que jóvenes que generalmente no llegan a nuestra Facultad, por tener bajos rendimientos en la PSU, pudieran hacerlo. A corto andar, nos dimos cuenta que el esfuerzo era útil no solo para lograr el objetivo de inclusión en nuestra Facultad, sino que también podía tener una aplicación más general.
Algunas de las características de la EDT son las siguientes. En alianza con las autoridades de unas 10 escuelas técnico profesionales que atienden a segmentos de ingresos modestos, escogemos a 60 estudiantes por cohorte que se caracterizan por estar en el decil más elevado de rendimiento académico de su curso y que a la vez demuestran un gran compromiso con su propio futuro. Durante el tercer y cuarto medio, estos jóvenes asisten, en adición a sus estudios habituales, a 10 horas semanales en nuestra Facultad, donde participan en un programa completo en matemáticas y lenguaje, con instrumentos apropiados y mucho énfasis en la comprensión crítica de la lectura. También se les imparte enseñanza en habilidades blandas (perseverancia, expresión oral y escrita, autocuidado, autoestima). Todo esto requiere de los estudiantes dedicarle mucho tiempo adicio- nal al de sus estudios regulares. Asimismo, el programa incluye deporte (¡tenemos muy buena infraestructura para ello!) y actividades culturales (visitas al Congreso, museos, teatros y otros).
Desde 2013, hemos graduados a tres cohortes que en total suman 149 jóvenes. De estos, 109 ingresaron a la Universidad de Chile (45 a FEN) y otros 25 a otras universidades selectivas de excelencia (Católica, Santiago, Diego Portales y Federico Santa María). En el pasado, pocos estudiantes provenientes de estas escuelas ni siquiera aspiraban a ingresar a estas universidades. Debo agregar que, en el caso de la Universidad de Chile, no se hizo ninguna concesión a los graduados de la UDT con respecto a los requisitos de admisión.
El éxito que han tenido estos jóvenes tiene los siguientes componentes: (1) su entusiasmo, garra y perseverancia; (2) el compromiso de sus apoderados, profesores y autoridades escolares; (3) la calidad y la motivación de los profesores y tutores de la EDT; y (4) el reconocimiento que el problema de la educación tiene elementos complejos, tales como los culturales y motivacionales.
Creemos que esta es una modesta contribución a darle cuerpo a la noción de educación de calidad. Ojalá algunos nos emulen y otros hagan su propia experimentación. Reconozcamos que esto tiene un componente que va más allá de la política y las competencias educacionales: nuestros jóvenes requieren que les dediquemos mucho tiempo y mucho amor.
La Escuela de Desarrollo de Talentos de la Facultad, es una modesta contribución a darle cuerpo a la noción de educación de calidad.