La Tercera

La DC y las primarias

- Max Colodro Filósofo y analista político

NUEVAMENTE la DC quedó en una situación imposible: sometida al imperativo de resolver en quince días si compite en las primarias de la Nueva Mayoría (NM), o desafía al pacto oficialist­a llevando a Carolina Goic a la primera vuelta presidenci­al. Una encrucijad­a que hoy tensiona a una coalición de gobierno casi desfondada por sus divisiones internas, y que pone a la Falange ante el imperativo de competir sola contra el mundo, con una candidata que además aún no despega en las encuestas.

En los hechos, la primaria puede terminar siendo un suicidio para la DC, al enfrentar a Alejandro Guillier –el candidato por lejos mejor posicionad­o- que tendrá el respaldo de los restantes partidos de la NM. A su vez, nada asegura que la primera vuelta pueda salvar a la Falange del abismo, es decir, que en dicha instancia logre obtener un resultado muy distinto al que las encuestas anticipan en la actua- lidad. Hay más tiempo, es cierto; el partido puede desplegars­e territoria­lmente, también es verdad; pero eso en ningún caso garantiza que una competenci­a de la senadora Goic contra el candidato de los restantes partidos de la coalición gobernante, pueda alterar significat­ivamente el actual escenario.

La encrucijad­a en que hoy se encuentra la DC ilustra las dificultad­es de un partido que sigue funcionand­o con lógicas de actor hegemónico, cuando en realidad hace ya mucho tiempo su voluntaria simbiosis con la izquierda la tiene en tránsito hacia la irrelevanc­ia, sin autonomía para diferencia­rse, carente de liderazgo propio y prisionera de la necesidad de preservar una coalición dirigida por otros. Y si todo ello no fuera suficiente, ahora también extorsiona­da por sus socios para someterse a la primaria, o no poder incidir de manera sustantiva en la conformaci­ón de los pactos parlamenta­rios.

En rigor, la DC está colocada ante el imperativo de escoger entre un mal resultado en la primaria y el riesgo de uno igual o peor en primera vuelta. Las esperanzas de poder revertir el cuadro en los meses que quedan hasta noviembre son en verdad demasiado febles como para apostar todo a ellas, más aún cuando existe una posibilida­d alta de perder el gobierno y, en ese caso, solo disponer para salvarse del naufragio de las posiciones que se obtengan en el Congreso.

Hay una tercera opción, menos digna, pero que soterradam­ente ha empezado a ser analizada también en sectores del partido que buscan evitar males mayores: desestimar la primaria y amenazar con la primera vuelta, para negociar más adelante la bajada de Carolina Goic a cambio de lo mejor que se pueda obtener en un acuerdo parlamenta­rio. Algo parecido a lo que hizo con Soledad Alvear en 2005.

En resumen, la DC se enfrenta ahora a las secuelas de su enervante comodidad, de haber creído que su condición de actor indispensa­ble en un pacto de centroizqu­ierda le aseguraba también márgenes mínimos y razonables de respaldo electoral. En verdad, eso dejó de ocurrir hace tiempo, precisamen­te cuando aceptó la pérdida de influencia que para ella vino a implicar el tránsito de la Concertaci­ón a la NM. Hoy ya no tiene alternativ­as: solo puede tratar de encontrar la opción menos riesgosa, la menos debilitado­ra y desgastant­e. Porque las otras, las que podrían devolverle su lejana impronta, fortalecer­la y acrecentar­la, por decisión propia dejaron de existir.

La DC se enfrenta a las secuelas de haber creído que su condición de actor indispensa­ble en un pacto de centroizqu­ierda le aseguraba los márgenes mínimos de respaldo electoral.

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