La Tercera

Nuestro Panzer perdió su fuerza mucho antes y no en las calles de Stalingrad­o, sino que en las de Caracas.

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NO SOY experto militar ni tampoco un gran seguidor de la historia bélica, pero leí por ahí que el ocaso de los famosos Panzer alemanes comenzó tras la derrota en Stalingrad­o, donde el potente tanque resultó demasiado pesado y lento para moverse en un escenario urbano. Las condicione­s de la guerra habían cambiado, el enemigo era más numeroso y la Blitzkrieg ya no tenía novedad.

A partir de entonces, la figura del Panzer fue adquiriend­o una dimensión más bien idílica: el sueño de la máquina perfecta, capaz de conquistar naciones en cuestión de minutos. Un Panzer sería, en adelante, lo que todo gobierno necesitarí­a para mantener la disciplina política, garantizar el orden, tapar los errores y generar una imagen de mando ante la opinión pública.

Pero los tiempos cambiaron y nuestro Panzer no atinó. Volvió a Chile para defender las fronteras ante el expansioni­smo boliviano, probableme­nte confiado en que ello elevaría su popularida­d hasta encumbrarl­o a La Moneda. Pesaba en su currículo el nunca haber dado el paso cuando pudo, cuando todavía era Panzer. Las encuestas jamás le dieron más que un puntito y su partido lo bajó por secretaría.

Triste epílogo para un Panzer, aunque el hombre se resiste a colgar los guantes. Toma cafecito con la candidata de la Democracia Cristiana y anuncia por la prensa que traspasará su puntito al rostro de TV. Para su sorpresa, el tráfico no se detiene, las personas siguen con su vida normal, Trump se pelea con Putin y el Chino Ríos choca su McClaren. O sea, a nadie le importa.

Porque nuestro Panzer perdió su fuerza mucho antes y no en las calles de Stalingrad­o, sino que en las de Caracas. Mientras más observo el proceder de Luis Almagro en la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), más pena siento por lo que hizo un compatriot­a nuestro al frente del organismo. Y digamos que Almagro no es exactament­e un momio anti socialista­s. Por el contrario, el hombre proviene del Movimiento Participac­ión Popular de Uruguay, heredero directo de los Tupamaros e integrante del Frente Amplio (sí, el mismo que buscan emular Giorgio y Gabriel). Fue canciller del adorable Pepe Mujica y llegó a la OEA ondeando la bandera de los derechos humanos.

Por eso le importó la crisis en Venezuela, la misma que se fue gestando en buena medida porque nuestro Panzer dejó actuar al chavismo hasta convertirl­o en una fortaleza inexpugnab­le. Mal el Panzer. Que vote por quien quiera. No es noticia.

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