EL VALOR DE LOS RIESGOS
arriesga. A veces sin suerte, pero se la juega.
Más que en el esquema, lo hace en la organización de juego.
Cuando el equipo no se siente contenido, tiende a improvisar de manera individual como lo hizo todo el primer tiempo. Esa libertad necesitaba contención y orden. Incluso el más limitado de los equipos te puede complicar y hacer ver mal si no manifiestas ese sentido de pertenencia con tu juego colectivo.
Mientras Colo Colo coqueteaba con la suficiencia, la Universidad de Concepción sacaba cuentas alegres con el empate sin goles. El masivo retroceso le daba seguridad al Campanil, pero nula proyección ofensiva. No hubo una sola oportunidad clara de gol sobre el arco de Garcés que hiciera replantearse el partido. Los de Macul sabían que el partido dependía enteramente de ellos.
En este aspecto Guede confía en exceso en sus nombres propios, porque sabe que tienen el oficio necesario. Creo, incluso, que confía más en ellos que en su fondo de juego (todo lo contrario a Bielsa si quisiéramos comparar). Por eso los libera. Necesita que sus figuras crean y se sientan dueños del partido. Frente a la U fue Rivero y ayer fue Valdés. Son ellos los que van estudiando dónde pueden hacer daño mientras el resto del equipo los acompaña de manera casi anónima.
Parece curioso, pero no lo es. Cuando más colectivo fue Colo Colo (marcadamente en el segundo tiempo) más desequilibrante fueron sus figuras.
¿Garantías? Pocas. El fondo de juego suele ser un refugio cuando la capacidad individual flaquea. Parece que Guede está dispuesto a correr ese riesgo.