Mecanismos de participación
DURANTE ESTOS últimos años, frente a un aumento de la demanda ciudadana en torno a estándares más altos de participación y transparencia en la política, se han aprobado e implementado una serie de iniciativas en pos de vitalizar la democracia. Un ejemplo, son las primarias, el refichaje de partidos y la ley de cuotas, entre otros.
Si bien, algunas de estas iniciativas constituyen pasos positivos para avanzar hacia una institucionalidad política menos cuestionada, al parecer, no han tenido los efectos esperados, debido a que en la práctica han enfrentado una serie de complejidades, lo que evidentemente provoca dudas en torno a su real efectividad.
Las primarias vinculantes fueron aprobadas en 2012 y desde ese momento han presentado dificultades, como la escasa participación que las ha caracterizado -en las primarias municipales de 2016 solo votó el 5% de personas habilitadas para sufragar- , y las evidentes señales desde los propios partidos políticos para, finalmente, no llevarlas a cabo, lo que se acentuó tras la bajada del expresidente Lagos.
Otro de los cambios aprobados en la reforma electoral en 2015 fue el establecimiento de cuotas para las candidatas. Siendo un mecanismo que ha servido en otros países para lograr avances, reservar un cierto porcentaje de candidaturas no resuelve las causas de fondo que impiden la participación que las mujeres deberían tener en la actividad política.
Por otro lado, si bien la mayoría de los partidos logró la meta de la reinscripción de militantes, la entrada en vigencia de la nueva ley electoral, también provocó enormes dificultades para cumplir los mínimos que las propias colectividades aprobaron por ley. Con todo, frente a un balance poco satisfactorio de estas nuevas regulaciones, sería esperable que las propias autoridades y parlamentarios implementen reformas realistas, y no con un voluntarismo evidente, de manera que las iniciativas que ellos mismos promueven no se conviertan finalmente en obstáculos.