Diana Damrau, estrella de la ópera, canta en Frutillar
películas de han ido cimentando un progresivo ascenso a la cima del entretenimiento. Y aún tienen películas fijadas hasta 2021. Aquí, las claves de su éxito.
*Saber reinventarse
A pesar del buen desempeño económico de sus entregas iniciales, a la saga Rápido y furioso le costó encontrar su identidad. Las primeras tres películas realizaron profundos cambios de elenco entre una y otra. Brian O’Conner (Walker) aparecía sólo en las primeras dos cintas. Dominic Toretto (Diesel), en la primera y en sólo una escena post créditos de la tercera. Y esta última película, ambientada en Japón, tenía un reparto totalmente distinto a las historias anteriores. Pudo haber significado el fin de la saga: fue hasta ese momento la película más costosa, y la que menos recaudó.
Pero a partir de la cuarta cinta, estrenada en 2009, la franquicia dio un giro, priorizando tanto las grandes secuencias de peleas entre sus hípermasculinos protagonistas como en los motores y las tuercas. Nunca más se pensó en pequeño: atrás quedó la historia de un policía que se infiltra en un circuito criminal de carreras y las tuercas. Los personajes ahora son más cercanos a James Bond o superhéroes, combatiendo grandes amenazas internacionales, todo entre medio de algunas de las secuencias más épicas que se puedan ver en la pantalla grande. Incluso el problema de la falta de consistencia en sus elencos lo transformó algo a su favor: a partir de la cuarta entrega, juntó a los personajes de las tres cintas anteriores, consolidando un mega grupo protagónico. Una suerte de Avengers antes incluso que esa cinta apareciera en 2012. Y los resultados nunca más abandonaron a la saga.
*Pesos pesados
El éxito de Rápidos y furiosos (2009), la cuarta película, sobre todo en comparación a Rápido y furioso:
[41] CULTURA
PAG. 40
SIGUE EN