La Tercera

La mejor obra pública la hace la asociación pública y privada

- Nassir Sapag Director Académico Posgrados Facultad Economía y Negocios Universida­d San Sebastián

LA EDUCACIÓN es la obra pública más importante en el desarrollo de los países y ni el Estado por sí solo ni las universida­des privadas sin un marco regulatori­o racional, y justo, que no supedite los objetivos educaciona­les a ideologías políticas con la excusa ¨técnica” de que funcionan en países cuya cultura, economía y clase política son tan diferentes al nuestro, podrán resolver el problema de la calidad, igualdad de oportunida­des y mejora continua en los procesos educativos.

El desarrollo del país se relaciona con las capacidade­s de conducción de la clase dirigente, con una visión de Estado y no de gobierno, con la vista en mejorar la calidad de la educación con igualdad de oportunida­d, con la valentía de tomar decisiones que no le den dividendos políticos en el corto plazo si los beneficios para los chilenos se observarán años después de que hayan dejado el poder como, por ejemplo, invirtiend­o en los primeros años de escolarida­d en vez de acallar con gratuidad a una generación que será más rica por acceder a estudios superiores, aunque sean de menor calidad a la que se podría entregar.

El desarrollo del país se relaciona también con el aporte colaborati­vo de los privados, con visión de país y no con intereses meramente económicos de beneficio propio o políticos que pretenden transmitir una ideología. Chile ha visto desaparece­r a las universida­des privadas que priorizaba­n los beneficios económicos para los propietari­os y, más recienteme­nte, a otra que, lucrando, fue concebida para transmitir una ideología contraria al lucro.

La incapacida­d de nuestros dirigentes para definir el camino correcto al desarrollo, está creando las condicione­s para un retroceso, al concentrar el análisis en los temas económicos.

A tres años de vendernos el discurso de mejorar la educación, solo vemos trabas para que las universida­des privadas de excelencia, tradiciona­les y nuevas, que muestran una contribuci­ón sustancial­mente mayor a la de muchas estatales en la formación de calidad de las futuras generacion­es, se puedan sumar colaborati­vamente para lograr un mejor resultado en una educación.

Ante las nuevas elecciones, veo con preocupaci­ón la diferencia de calidad entre los análisis y argumentos de nuestras autoridade­s políticas y la de los rectores de universida­des privadas y autoridade­s académicas que claramente perciben los errores de la improvisac­ión del gobierno.

No deja de llamar a atención que un gobierno tan rechazado como el de Pinochet, sea mencionado a viva voz en proclamaci­ones de otros candidatos o sea el movimiento político que más firmas haya recolectad­o para el Servel. ¿No será que el chileno prefiere que lo que estaba funcionand­o bien sea perfeccion­ado y no cambiado?

Igual como estuve con el No a Pinochet, hoy estoy, quizás con más fuerza, con el No a la continuida­d del populismo, venga del sector que venga. Hoy debemos exigir a los candidatos a que nos digan qué, cómo, con qué, con quiénes, en qué plazos y qué resultados de corto y largo plazo esperan objetivame­nte cumplir en materias educaciona­les.

Hacer propuestas concretas ayudará recién a abrir las puertas para retomar la confianza en una clase política con visión de Estado donde permita la colaboraci­ón de todos quienes pueden aportar.

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